Si bien las marcas fabricantes de zapatillas de running cada vez logran tecnologías, espumas y sistemas con una mayor absorción de impactos, cabe recordar que nuestros pies soportan hasta cuatro veces el peso de nuestro cuerpo en cada zancada. Correr no deja de ser una actividad ciertamente “estresante” para nuestro aparato músculo-esquelético, por lo que, además de un calzado adecuado a nuestro perfil, debemos saber escoger las cargas de entrenamiento precisas. Pero también hay otros factores que influyen de manera determinante en nuestra salud, como las superficies sobre las que correr. Por resumir de manera amplia: los terrenos más suaves son menos dañinos y logran que el impacto se absorba mejor, mientras que los pavimentos más duros castigan más a nuestras articulaciones.
Partiendo de esa premisa, vamos a ver los tipos de terreno sobre los que habitualmente entrenamos en el día a día, sus ventajas e inconvenientes.
Correr sobre césped
Un césped homogéneo, llano, bien cuidado y sin elementos que puedan provocarnos una mala pisada es un terreno ideal para correr. Diríamos que, globalmente, es la mejor opción. Al ser una superficie blanda y mullida, el cuerpo sufre pocas tensiones al impactar contra el suelo. Lo difícil es encontrar un césped en buen estado por el que esté permitido correr. Eso sí, si el césped presenta desperfectos, es totalmente desaconsejable entrenar por ahí, pues los posibles agujeros o grietas del terreno no se perciben fácilmente y las probabilidades de una torcedura o un mal apoyo se incrementan.
Correr sobre pista
En el tartán de una pista de atletismo. Lógicamente, el material con el que se diseñan las pistas de atletismo ya está pensado para causar el menos daño posible en nuestro aparato músculo-esquelético. Este tipo de terreno además de absorber muy bien los impactos, también ofrece cierto rebote, por lo que es ideal para hacer entrenamientos rápidos. La dificultad para muchos corredores es que no disponen cerca de casa de una pista de atletismo o que ésta tiene un coste para disfrutar de su uso.
Correr sobre tierra
Cuando hablamos de correr sobre tierra nos referimos a zonas de tierra compacta, durita, es decir, los habituales caminos y senderos que conectan los parques. Es una de las elecciones más frecuentes de los corredores por motivos de tráfico (no hay circulación), de espacio y por contacto con la naturaleza. Este tipo de tierra es relativamente blanda, no llega a tener la bondad del césped o el tartán pero tampoco la agresividad del asfalto o el hormigón. Es una de las mejores superficies por las que correr.
Correr sobre arena
En otras palabras: correr en la playa. Es una opción a la que solo pueden aspirar los corredores que vivan en zonas costeras. Si bien es un terreno donde el impacto se absorbe más fácilmente, es importante que la arena esté firme y no presente demasiadas irregularidades, ya que de lo contrario podríamos sufrir distensiones por el tipo de apoyo. Correr sobre arena de la playa también nos beneficiará en cuanto a ganar propiocepción y fortalecer algunos grupos musculares del tren inferior. Es una excelente opción para rodajes suaves o hacer algunos ejercicios de técnica o fuerza.
Correr sobre asfalto
Correr sobre la carretera es otra de las opciones comunes de muchos corredores. Pero lo cierto es que no es lo ideal. Es una superficie artificial, construida con hidrocarburos y sus derivados, y el impacto es notablemente duro para las articulaciones, sobre todo para las personas que no sean ligeras ni tengan una buena técnica de carrera. No pasa nada por meter algunos kilómetros de asfalto en nuestras sesiones, pero no hagamos tiradas largas ni abusemos de las carreteras o estaremos comprando papeletas para sufrir lesiones.
Correr sobre hormigón
Si el asfalto no es recomendable, el hormigón mucho menos. Muchos pavimentos de calles, avenidas, bulevares, zonas urbanas o industriales están construidas con hormigón. Y son lugares habituales de entrenamiento de muchos corredores cuando no se dispone de parques o caminos cerca. Debemos recurrir a este terreno como última instancia y nunca hacer grandes volúmenes de kilómetros sobre él. Al ser un material tan tosco, el impacto de nuestra zancada no se absorbe prácticamente nada. En pocas palabras: es la peor de las superficies por las que correr.