La mayoría de las aplicaciones móviles de metrónomos tienen la opción de incrementar la velocidad cada cierto número de latidos. Ahora que ya sabes cómo entrenar con metrónomo en el gimnasio, lo ideal es que incrementes la dificultad de los ejercicios con aumentos de la frecuencia. Ahí van algunos ejemplos.
Empieza con ejercicios sencillos que ya sepas hacer bien y que no sean difíciles de realizar a velocidades lentas. Un buen ejemplo es el banco de cuádriceps y una frecuencia ideal para empezar es la de 20 latidos por minuto. A esta frecuencia, con un peso ligero, se fortalece mucho la estructura del tendón pero no tiene mucha aplicación a la hora de correr. Por lo tanto, la propuesta es que configures tu metrónomo para que después de 4 latidos incremente la frecuencia en 5 puntos (25 latidos por minuto). 4 latidos más tarde la frecuencia ya estará en 30 (lo que equivale realizar el movimiento en dos segundos para subir y otros dos para bajar). De ahí pasará a 35, 40, 45…
A medida que aumenta el ritmo también nuestro músculo se va cansando y descubrirás que incluso con poco peso llega un momento en el que no puedes seguir el tic-tac del metrónomo. Ese es el punto crucial del entrenamiento, el momento en el que tu fuerza-resistencia está agotada o tus fibras musculares no serían capaces de moverse más rápido incluso si estuvieran descansadas. Por lo tanto, hay dos maneras de afrontar el asunto:
· Entrenar a la frecuencia máxima e ir incrementando el peso (si nuestro factor limitante es la falta de resistencia)
· Entrenar un poco por encima de la frecuencia máxima incluso sin peso (si nuestro factor limitante es la falta de velocidad)
Lo ideal es que puedas llegar a frecuencias superiores a los 60 latidos por minuto, pero casi siempre será a costa de trabajar con pesos ligeros. De todos modos, no te preocupes porque cuando corremos… no llevamos sobrepeso.