Cómo abordar un 10k

Cómo abordar un 10k

Toda carrera, por pequeña que sea, requiere una preparación para poder afrontar la distancia con garantías. Tanto si vas a correr un 5k como que vayas a correr una maratón de 42,195kms, lo que cuenta es cómo te hayas preparado para la prueba. Claro está que para una carrera de más distancia necesitarás más entrenamiento que para una carrera inferior, pero eso no le quita mérito. Si has seguido una buena planificación de entrenamientos y llegas en condiciones de hacer una buena marca, lo último que quieres es jugártela y dejar en manos del azar un buen resultado por culpa de una mala estrategia durante la carrera.

Para que esto no te suceda durante una carrera de 10k, te damos unos cuántos consejos para que todo te salga redondo. Aunque tampoco te encabeces por tener todo el rato la situación bajo control, porque pueden suceder varias cosas que te hagan modificar tu planning inicial y es ahí cuando debes estar a punto para afrontar una nueva carrera.

Ritmo constante

Si quieres llegar al final de la carrera en condiciones, no vale ir haciendo altibajos, cambios de ritmo, detenerte en un avituallamiento para beber, etc. Debes llevar un ritmo lo más constante posible para no malgastar ni un ápice de más de energía y ser calculador y observador para valorar cuál es el mejor sitio para coger agua en un avituallamiento sin tener que aminorar demasiado el ritmo y que eso te implique acelerar de nuevo.

Para adoptar un buen ritmo debes haberlo entrenado previamente para saber con qué nivel de esfuerzo irás falto de fuerzas en el final de la prueba. También debes tener en consideración el inicio de la prueba, con su respectivo calentamiento. Así, aunque se trate de llevar un ritmo constante, lo más aconsejable es que la primera mitad de carrera la tomes más con calma para apretar en la segunda y que no te quede un as bajo la manga.

Conocer el recorrido

Este aspecto es clave para aprender a dosificar más la energía. Cuando sabes el recorrido, sabes dónde empieza y termina una subida, cual es el mejor tramo para apretar, cómo es la altimetría de la carrera –cuanto mayor desnivel total, más energía consumirás-, saber en qué dirección son las curvas para recortar lo máximo posible la trazada, aprender en qué lado de la calzada están los avituallamientos para dirigirte sin sumar metros hacia ellos, etc.

Y, sobre todo, conocer la parte final del recorrido. Sabiendo exactamente dónde termina la carrera te permitirá saber en qué punto empezar el sprint para llegar justo a meta con la máxima velocidad posible.

Alíate con tu compañero

Si a la carrera vas con un compañero con el que sueles entrenar, conoces o sabes que quiere hacer el mismo tiempo que tu, ve con él durante la carrera. Ir con alguien que lleve el mismo ritmo que tú te permitirá olvidarte de ser constante y centrarte solamente en donde colocas el pie, corriendo con la mente libre de pensamientos.

El trabajo en equipo puede ayudarte a mantener el ritmo y la motivación. Y lo suyo es que, si vas toda la carrera con alguien a modo de liebre, te mantengas con él como muestra de gratitud y del trabajo en equipo bien hecho, aunque si uno de los dos pincha en el último kilómetro, mejor seguir con el ritmo en el que ibas bien para conseguir mejorar tu marca, seguro que lo entenderá.

Céntrate hasta el kilómetro 7

Aunque lleves buenas sensaciones durante toda la carrera, no es hasta el kilómetro 7 en el que el cuerpo lo empieza a notar. Para evitarlo en lo máximo posible y más si quieres correr la segunda parte del 10k más rápido, márcate el kilómetro 7 como punto de inflexión. A partir de ahí, cuenta cada kilómetro como si fuese una carrera. Individual. De esta forma podrás ir gastando los últimos cartuchos.

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