El ángulo Q forma parte de la rodilla y, en la mayoría de las personas, se encuentra alrededor de los 15 grados (un poco menos para los hombres y un poco más para las mujeres). Su función es la de repartir las cargas corporales de manera más uniforme a través de la rodilla y, además, colabora con el movimiento de rotación que se da en la rodilla al flexionarla. Pero, ¿qué pasa si este ángulo es demasiado grande?
Hay muchos estudios que han intentado relacionar un ángulo Q exagerado con la posibilidad de sufrir más lesiones en las rodillas, pero los resultados no son concluyentes. Aunque la rodilla es la parte de los corredores que mayores problemas de lesiones acarrea, no está claro que ángulos cercanos a 20º o incluso más sean un problema.
Si quieres, puedes medirte tu ángulo Q y sacar tus propias conclusiones. Y si crees que es demasiado grande puedes visitar al podólogo para que te lo corrija con unas plantillas. Pero yo no me preocuparía demasiado si tus rodillas nunca se quejan.
Sácate una foto de frente, con los pies separados aproximadamente un palmo y dibuja un par de líneas con algún programa de edición de fotos: una línea perpendicular al suelo que pase por el centro de la rodilla (la línea de la tibia) y otra ligeramente oblicua que vaya desde el centro de la rodilla hasta la “espina iliaca anterosuperior” (el relieve óseo que queda encima de la cadera, a medio camino entre el ombligo y el flanco). El ángulo que forman estas dos líneas es el ángulo Q.