Como ya se vio en un artículo previo, entrenar en altitud mejora la cantidad de glóbulos rojos en la sangre y, este detalle, permite transportar más oxígeno a los músculos. Esto es claramente beneficioso para los deportes de resistencia pero no es suficiente si no va acompañado del entrenamiento adecuado.
Correr a más de 1500 metros sobre el nivel del mar es difícil (o, por lo menos, más difícil que a alturas inferiores). La consecuencia habitual es que corremos más lentos y este puede ser un gran error si no se intenta compensar. Aunque sea difícil, necesitamos trabajar la velocidad de competición o podemos sufrir la mala sensación de regresar al nivel del mar y no tener ritmo. Me explico:
Al correr, utilizamos varias partes del cuerpo para rendir bien. La capacidad pulmonar y el transporte de oxígeno mejoran sólo por el hecho de estar en altitud; por lo tanto, no necesitan trabajos específicos a la hora de entrenar. Pero los músculos y los tendones, quizá las partes más importantes del corredor, sí necesitan un trabajo acorde al ritmo de competición. Si vivimos en altitud, entrenar el ritmo de competición es más difícil que al nivel del mar pero no imposible.
Para entrenar bien en altitud, por lo tanto, será necesario adaptarse bien y cumplir los siguientes consejos:
· Mantener el ritmo alto en los entrenamientos específicos a base de aumentar el tiempo de recuperación.
· Reducir ligeramente el volumen semanal.
· Fraccionar las series para conseguir esfuerzos de menos de un minuto que no impliquen tanta deuda de oxígeno.
· Trabajar la fuerza con sesiones de gimnasio, principalmente explosivas.
· Descansar bien e hidratarse correctamente, sobre todo los primeros diez días.