Cómo evitar y qué hacer con las ampollas

Cómo evitar y qué hacer con las ampollas

Que levante la mano el corredor al que nunca le ha salido una ampolla en los pies. Todos, unos más y otros menos, hemos sufrido las malditas ampollas, esa acumulación de líquido que aparece cuando menos lo necesitas y que te dificulta pisar con normalidad y sin dolor, esa maldita molestia que siendo tan pequeña puede mandar al traste varios meses de entrenamientos.

Estoy seguro que estás al corriente de los consejos más habituales para evitar la aparición de ampollas como son no estrenar zapatillas el día de la competición, utilizar calcetines con coolmax o similar que favorezcan la transpiración y untarte ligeramente los dedos de los pies con vaselina, así como otras zona que puedan sufrir roces. Recordad que mantener una buena piel hidratada rebaja el riesgo a sufrir este tipo de lesiones, y que la hidratación en la planta del pie sólo es efectiva con pomadas específicas para planta de pie; no sirven las cremas hidratantes corporales. Otros buenos consejos son el llevar un calzado lo suficientemente ajustado pero sin que apriete, para asegurar que el pie no se desplaza dentro de la zapatilla (sobre todo en los descensos). Es interesante que en la tienda de deportes o en la consulta del podólogo midan bien el pie y se hagan las correlaciones con los diferentes tallajes. Pero incluso con estos consejos en la memoria, a veces las ampollas aparecen y no nos dejan correr.

¿Qué debemos hacer si tenemos una ampolla y queremos competir? Hay varias teorías al respecto sobre qué se debe hacer pero parece bastante claro lo que NO se debe hacer: NO hay que arrancar la piel de la ampolla y colocar un apósito hidrocoloide. La mejor protección para “la carne viva” de la ampolla es la misma piel de la ampolla y se debe conservar en la medida de lo posible, además el riesgo de sufrir otra ampolla en el mismo lugar sería elevado. Sólo en el caso de haber perdido la piel se aconseja aplicar el apósito hidrocoloide.

Los podólogos deportivos, como Joan Lluch, recomiendan abrir la ampolla con cuidado en su parte inferior con un corte lo bastante ancho para que se favorezca el drenaje total, además de limpiarse, desinfectarse y protegerse de posibles nuevos roces o compresiones sobre la lesión. Otro método muy conocido es el de pinchar la ampolla con una aguja y dejar que un hilo estimule el exudado; de esta manera se evita que la piel se repliegue sobre sí misma y pueda causar dolor además de formar una nueva lesión.

En todo caso, la prevención es la mejor herramienta y si somos muy propensos a las ampollas el mejor consejo será visitar a nuestro podólogo de confianza y que él valore el estado de nuestros pies. 

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