Aunque en España son muy poco habituales, hay muchos runners por el mundo que durante los meses de invierno usan las raquetas para correr.
En los últimos años, las raquetas de nieve han mejorado mucho en prestaciones, especialmente reduciendo su tamaño y su peso. Esto favorece mantener la técnica de carrera lo más parecida y natural a la que utilizamos en zapatillas. Pero hay que prestar atención a algunos aspectos si este invierno quieres probar.
El error más habitual es el de correr con los pies más separados de lo habitual, para no pisarnos la raqueta del otro pie o para no tropezarnos con nosotros mismos. Este error implica un trabajo muscular excesivo y, además, fuerza las articulaciones de la rodilla y del tobillo, que al cabo de varios minutos pueden empezar a sufrir. Pero como es habitual chocar alguna que otra vez, lo mejor será que te protejas un poco los tobillos o acabarás magullado.
Otro consejo necesario es que dosifiques bien tus esfuerzos. Correr con raquetas es más lento y mucho más cansado que correr con zapatillas. Las primeras veces acabarás destrozado; las próximas no acabarás tan mal pero notarás que la fatiga tarda más en desaparecer que cuando corres. Esto se debe a que el trabajo es mucho más muscular con las raquetas y, si llegas a tu límite, el precio a pagar es de varios días reventado.
Por último, no te abrigues en exceso. Corriendo con raquetas tu temperatura sube considerablemente y llevar un abrigo encima pronto te molestará. Lleva ropa técnica que te proteja del clima pero te expulse el sudor. Y a disfrutar, que las montañas están ahí para darte placer.