¿Correr leyendo o leer corriendo?

¿Correr leyendo o leer corriendo?

Dice el refrán que “quién hambre tiene, con pan sueña”. Pues eso, seguro que también os ha pasado estando de vacaciones, en esos momentos de “paro biológico” en los que los entrenamientos y la rutina deportiva dejan paso al calor, la siesta y la cerveza. No está mal dedicar unas semanas al año al descanso total, pero reconozco que aprovechar esos días para leer sobre el correr, igual tiene algo de enfermizo.

De todos modos, he de decir que resulta muy reconfortante comprobar como muchas de aquellas cosas que pensamos y sentimos cuando nos dedicamos a correr, ni son alucinaciones ni nos definen como un bicho raro. Los corredores compulsivos tenemos muchas cosas en común. Tranquilos.

Quiero recomendaros cuatro libros muy distintos entre sí. Cuatro testimonios de corredores con procedencias, aspiraciones y perfiles muy distintos, alguno de los cuales se ha convertido en todo un clásico y todos ellos en best-sellers. Y es que estamos enfermos de lo nuestro. Una selección que incluye dos perspectivas: la de aquellos que han convertido el correr en su forma de vida y la de aquellos que corren como complemento de sus vidas.

Dos de ellos son el testimonio de dos corredores profesionales (aunque seguro que esa definición no les gustaría nada), Scott Jurek (1973) y Kilian Jornet (1987). Probablemente las dos figuras más inspiradoras del trailrunning. Dos referentes que han trascendido a su identidad como atletas de élite, que han sido capaces de elaborar su propio relato convirtiendo la actividad física en un pretexto para construir auténticas cosmovisiones. Son dos personajes separados por una generación y un océano, pero con muchos aspectos en común. Sus libros contienen reflexiones cargadas de humildad en las que sus proezas y capacidad de superación se convierten en elementos sencillos, naturales y aparentemente accesibles a cualquiera que se lo proponga.

Correr o morir (2011) fue el primer libro de Kilian Jornet. En él descubrimos probablemente la dimensión comunicativa de un atleta único y excepcional. Su capacidad para expresar pasión por la montaña y su forma de entender la vida, es propia de aquellos hombres singulares, que marcan una época. Sus triunfos y su relación con la competición, la importancia que le concede a la dimensión “emocional” de lo que hace y su radicalidad en aspectos como la honestidad y el respeto por todo lo que le rodea nos cautivan. Del montañismo a la competición, la experiencia y el sentimiento.

Correr, comer, vivir (2012), de Scott Jurek (Eat&Run, en VO), es un libro especial. El título y su formato, en el que se alternan capítulos y recetas, es toda una declaración de intenciones. Sus reflexiones nos trasladan a dimensiones fisiológicas y antropológicas, relatadas con claridad y sencillez, de manera que nos expone una biografía peculiar, llena de experiencias y dificultades que acaban alineándose. Como hilo conductor encontramos la importancia de la alimentación y el conocimiento del funcionamiento del propio organismo. Un relato que nos obliga a reflexionar sobre nosotros mismos.

Las otras dos obras provienen de plumas cotizadas, no por sus logros deportivos, pero sí por su capacidad de transmitir literariamente, ideas e historias. Haruki Murakami (1949) y Francesc Torralba (1967) comparten el hábito de correr, pero su ocupación fundamental nada tiene que ver con el deporte. Su narrativa es mucho más ortodoxa que la de Jurek y Jornet, como corresponde a un Premio Nobel y a un Doctor en Filosofía y en Teología de prestigio.

De qué hablo cuando hablo de correr (2007) es probablemente el clásico entre los clásicos de lo que podríamos denominar “literatura del correr”. Es una autobiografía peculiar, en la que Murakami hace un repaso a su vida a partir de su afición al running. Desde esta perspectiva descubrimos el recorrido que le lleva, de regentar un bar musical, a ser uno de los novelistas contemporáneos más relevantes. Maratoniano, ultramaratoniano y triatleta, todo un personaje que siente y padece como la mayoría de nosotros, incapaz de gestionar su vida sin dedicarle al running los mejores minutos del día.

Correr para pensar y sentir (2015), de Francesc Torralba, es una obra que va un paso más allá de las tres anteriores que os he comentado. Sensaciones, Emociones, Pensamientos, Vínculos, Virtudes y Experiencias. Esos son los títulos de los capítulos en los que está organizado el libro. Una estructura fantástica que nos ayuda a interpretar y ordenar todo aquello que descubrimos en la acumulación de kilómetros recorridos, día a día, semana a semana y año a año. Dotar de esa perspectiva filosófica y reflexiva a nuestra primaria rutina del correr vale mucho la pena.

En definitiva, propongo una selección de la amplia literatura que podréis encontrar para ocupar esos ratos de mala conciencia en los que la mente pueda seguir corriendo mientras el cuerpo descansa, o simplemente, para que cada uno pueda encontrar una inspiración y las claves interpretativas de por qué nos convertimos en enfermos del correr.

Comprobaréis que compartimos el mal humor cuando un imprevisto nos impide salir a entrenar tal y como teníamos previsto. Que ese mal humor vinculado al no-correr es rápidamente detectado por la gente que nos rodea. Podréis reconocer en vosotros mismos la hipersensibilidad que desarrollamos a los factores climatológicos, cómo sentimos los rigores de cada estación en función de las adaptaciones que realizamos en nuestro equipamiento o en cómo se transforma el entorno en el que desarrollamos nuestra actividad física.

Es verdad, el dorsal nos inquieta a todos. Sea cual sea nuestro nivel, el maldito número en el pecho imprime a nuestra actividad, un carácter diferente. Todos creemos habernos lesionado unos días antes de la fecha señalada y siempre tenemos la duda sobre si habremos entrenado lo suficiente.

Sabemos que cuando corremos es cuando tenemos los pensamientos más brillantes. Es cuando aquellas situaciones que nos generan ansiedad en la vida cotidiana, de repente, adquieren la consideración de pequeño problema sin importancia. Muy a menudo encontramos la solución en ese momento, cuando piernas, corazón y pulmones nos proyectan a un estado de conciencia que sólo nosotros reconocemos.

No perdáis la oportunidad de comprobar que no estáis solos y que vuestra pasión por correr está plenamente justificada.

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