El alma que sigue corriendo

El alma que sigue corriendo

Ilusión por llegar a la meta, por alzar los brazos, por experimentar de nuevo la sensación inigualable de salir victorioso de un reto con mayúsculas. Así afrontaba Xavier Jiménez Navarro una nueva participación en la prueba atlética más dura del mundo.

Con su esposa compartió los primeros 5 kilómetros. Un beso y un “te espero en la llegada” fueron el mejor estímulo en el momento de separarse. Apenas cuatro horas más tarde, sus cálidas miradas se cruzaron de nuevo junto a las sonrisas y los ánimos de sus hijas. Faltaban únicamente doscientos metros para la llegada. Xavier estaba a punto de alcanzar su sueño. Y cruzó la meta. Sí, lo consiguió.

Para Xavier Jiménez Navarro correr no era sólo un deporte. Veterano y experto corredor popular, corría de espaldas al cronómetro. No tomaba en consideración el tan manido tópico de “la lucha de uno mismo contra el reloj”. Consideraba cada carrera como una vivencia personal, porque lo que mantenía a Xavier “enganchado” al atletismo popular era el sentimiento de unión, ese gran abrazo invisible que abarca a todos los populares en la salida de cualquier media maratón, carrera de 10 kilómetros o prueba atlética de barrio.

Sólo le importaba sentirse unido a otros deportistas, a otros atletas que, como él, no buscaban competir y conseguir una marca de superación versus sus compañeros sino conseguir un sueño personal. Cruzar una meta y sentirse satisfecho por haberlo logrado.

Correr para ser mejor persona.

Correr para COMPARTIR, no para competir.

A través de su personalidad, de su carácter ameno, familiar, discreto y generoso, impregnaba a los demás de los valores que representaban para él correr, el mero hecho de correr: determinación, ilusión, rigor, constancia, entusiasmo. Y conseguía transmitirlos. Por eso, cada vez que Xavier lograba un nuevo objetivo los que estábamos a su alrededor llegábamos a sentir ese éxito casi como propio.

Para sus familiares y amigos, su ánimo constante en practicar este deporte ha sido un ejemplo no sólo de superación sino también de que todo se puede alcanzar, empezando desde el principio, con paciencia. Por eso Xavier sigue estando con nosotros. Porque está en el corredor que anima a los debutantes para que no desfallezcan; está en el que pide consejo a los más experimentados y está en la sonrisa de aquél que corre, feliz, por el simple hecho de poder compartir su gran pasión con los demás por sus beneficios en el cuerpo, en la mente y en el espíritu.

Y sí, Xavier Jiménez Navarro cruzó la meta, su última meta, y alzó su brazo en señal de triunfo. Poco después falleció. Pero sus familiares y amigos notamos y sentimos su presencia, le seguimos viendo correr con su habitual sonrisa, con su eterna expresión de felicidad por compartir, con quienes ama y es amado, la que fue su pasión. Una pasión que transmitió a los demás y que fue convirtiendo en realidad no sólo en cada meta que cruzaba sino también en cada zancada que daba. Una pasión que no sólo lo convirtió (a ojos de sus seres queridos) en el mejor corredor de la Marató, sino también en el mejor padre, esposo, hermano, hijo y amigo.

Xavi, siempre presente, siempre a tu lado. Te queremos.

Rosa Jiménez, hermana de Xavier Jiménez Navarro

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