El atletismo más peculiar (5): Curiosidades de nuestra historia

El atletismo más peculiar (5): Curiosidades de nuestra historia

Este jueves 10 de septiembre se cumplen 60 años de una gesta que cambió el mundo del atletismo. Abebe Bikila ganó el maratón en los Juegos de Roma '60 y se convirtió en el primer campeón olímpico de África negra. El pionero en una larga lista de atletas que han dominado las carreras de fondo (en el tartán y en el asfalto) a finales del siglo XX y en lo que llevamos de XXI. El atleta que inspiró a posteriores generaciones de africanos.

Ahora estamos acostumbrados a que etíopes y kenianos dominen las pruebas de fondo y que las mejores marcas de todos los tiempos sean patrimonio suyo, especialmente en maratón. Pero no siempre fue así. Cuando apenas había noticias del potencial africano, apareció de la nada Abebe Bikila para cambiar la historia. A Haile Gebrselassie, quizá el mejor fondista de todos los tiempos, se le atribuye esta frase. “Bikila hizo que nosotros, los africanos, pensáramos: Mira, él es uno de nosotros, si él puede hacerlo, nosotros podemos hacer lo mismo”.

Después llegarían Mamo Wolde (campeón olímpico en México ‘68), Myruts Yifter, vencedor de los 5.000 y 10.000 metros en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, Henry Rono, el citado Haile Gebrselassie,..Y ya en este siglo, Tirunesh Dibaba (doble campeona olímpica y triple campeona mundial en 10.000), Kenenisa Bekele, Eliud Kipchoge,..

Formaba parte de guardia imperial y destacó en las pruebas físicas de resistencia. Le seleccionaron para Roma ’60 pero como suplente . Por ‘suerte’ Wami Biratu, uno de los dos atletas escogidos, fue baja por problemas físicos. Un desconocido Bikila ocupó su puesto. El patrocinador de la carrera era Adidas, y todos los corredores debían calzar zapatillas de la marca. Pero a Bikila todos los modelos que le ofrecieron le molestaban y dañaban, por lo que decidió correr descalzo el maratón entero, incluyendo 15 kilómetos de adoquines por la Ciudad Eterna.

El entrenador del equipo etiope, Onni Niskanen, pactó con su pupilo una estrate-gia tan motivadora como eficaz. Bikila debía marcar a los favoritos en cabeza y cuando quedasen apenas dos kilómetros para la llegada, atacar. En ese punto la carrera pasaba por el obelisco de Axum, un trofeo de guerra que el ejército de Mussolini había robado precisamente de Etiopía durante la invasión. Su ataque, por supuesto, fue demoledor. Nadie le pudo seguir y levantó los brazos, pulveri-zando además el récord del mundo. Continuó corriendo unos metros más, hasta el arco de Constantino, al lado del Coliseo. Justo el lugar desde donde 25 años antes habían partido las tropas de Mussolini hacia Etiopía. Allí les dijo a los perio-distas “Quería que todo el mundo supiera que mi país ha ganado siempre con determinación y heroísmo”. Cuatro años después, ya calzado, ganó también el maratón olímpico de Tokio pese haber sido operado de apendicitis seis semanas antes.

Pero más allá de su doble corona olímpica y de haber gandao 12 de los 15 mara-tones que disputó, su gran legado fue abrir las puertas a los atletas africanos en las pruebas de fondo. El pionero, el valiente, el heroico, el atleta a imitar.

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