Alivio en Pekín tras los dos hectómetros de Usain Bolt en Londres. El jamaicano acudió al aniversario de los Juegos de la capital inglesa entre dudas. Corrió la semifinal de 100 metros en menos de 9.90 y ganó la final también por debajo de esta marca, en un día frío, lluvioso y con viento en contra en la recta.
En menos de 10 segundos, Bolt iluminó el cielo de Londres y cerró la boca a quienes dudaban de su apuesta por el Mundial de Pekín (del 22 al 30 de agosto). El mundo del atletismo suspiró aliviado porque su estrella, el bueno de Usaín, está de vuelta.
Si Bolt es el bueno, su supuesto gran rival en Pekín, Justin Gatlin, es el malo. El jamaicano es de momento el ejemplo vivo de que el talento y el trabajo no necesitan química extra para triunfar. El estadounidense, sancionado por dopaje dos veces, es quizás un lamentable ejemplo de corrupción deportiva en activo. Aunque lo que realmente provoca no poca inquietud, en este caso, es que a los 33 años esté logrando sus mejores marcas.
Al duelo en el Nido del Pájaro previsiblemente se unirá un tercer atleta, Tyson Gay, también sancionado por dopaje, aunque a diferencia de Gatlin, solo una vez. Gay no es bueno pero tampoco tan malo como su compatriota Gatlin. Puede que haya sido un tramposillo, pero ya ha cumplido su sanción y está en forma. Lo suficiente para completar este trío de héroes Marvel para una final de cómic, en lo que parece un estereotipado enfrentamiento entre el bien y el mal, previsto para el próximo 23 de agosto. Tiene pinta que, así vendido, proporcionará uno de los momentazos del Mundial.