El descanso en nuestro entrenamiento

El descanso en nuestro entrenamiento

El descanso en nuestro entrenamiento

"Me encuentro fuerte, no quiero parar" o "¿perderé la forma si hoy no entreno?" Son frases que los runners solemos decir. Cuando más fuertes estamos es cuando menos queremos descansar. Muchas veces nos obcecamos con entrenar, entrenar y entrenar, considerando el descanso como una pérdida de oportunidad de mejora: "Contra más entrene más mejoraré y mientras los demás descansan yo más caña le meto". Bueno, obviamente el entrenamiento es la clave de nuestra mejora, pero lo que hay que tener en cuenta es que no todo el entrenamiento consiste en acumular y acumular kilómetros. 

Tras una actividad intensa el cuerpo necesita recuperarse, reponerse y prepararse de nuevo para la batalla. Además de una buena alimentación, para recargar los depósitos adecuadamente, necesitamos descansar para asimilar el trabajo realizado. Hay que regenerar los tejidos que con el entreno hemos destruido. Las sesiones de entrenamiento nos van haciendo cada vez más fuertes, porque al regenerarnos el cuerpo se va preparando cada vez mejor para un nuevo esfuerzo. Pero claro, le tenemos que dar tiempo para ello. Si le exigimos más de la cuenta, sin darle tregua, nunca llegará a recuperarse del todo y no mejoraremos. Entraremos entonces en lo que se conoce como el "sobreentrenamiento". Al final el cuerpo, que es sabio, acabará por provocarte una lesión y entonces te obligará a parar de todas todas.

La clave de nuestra mejora, por tanto, se basa en la capacidad de adaptación de nuestro cuerpo. Debe existir una perfecta combinación de estímulo-fatiga-reposo-sobrecompensación. Cuando realizamos un trabajo muscular, este sufre de un estrés que le provoca fatiga. En este proceso nuestro rendimiento desciende. Sí, sí, el rendimiento sería menor. En el momento en que entramos en la fase de descanso, nuestro cuerpo pone en marcha un sistema de restitución de todos los elementos y energía perdida.

El efecto que esto provoca es una mejora de los tejidos musculares, por lo que incrementan la calidad y por tanto su capacidad. El efecto compensación comporta entonces un incremento del rendimiento.  Pero, ojo, hay que tener en cuenta varios aspectos: Si el músculo no ha descansado lo suficiente éste no se recuperarà de la fatiga acumulada. También, de la misma manera, si descansa demasiado no aprovecharemos el efecto sobrecompensación y no habrá tanta mejora. Por tanto, el siguiente entrenamiento debe realizarse en el momento más alto de la sobrecompensación para que tenga un efecto óptimo.

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Ahora bien, como en todo, cada corredor es un mundo. Por lo que cada cuál debe conocerse y saber hasta dónde debe llegar con el nivel de exigencia en el esfuerzo y cuándo y cuánto debe descansar. El estímulo debe tener una intensidad suficiente, ni tan intensa que no seamos capaz de recuperarnos y por tanto asimilarla, ni muy ligera, de tal manera que no produzca ningún efecto efectivo. El entrenamiento debe adaptarse al umbral que cada uno de nosotros tengamos y a la capacidad que tengamos para recuperarnos del esfuerzo.  Y en el caso en que uno mismo no sea capaz de planificarse, siempre debe intentar contar con la ayuda de un entrenador o asesor personal que, con un seguimiento adecuado, pueda hacernos un plan de entrenamiento adaptado a nuestras necesidades.

El feedback que pueda haber con tu entrenador es el que te marcará un poco el trabajo de cada semana en función de tus sensaciones. Hay muchos factores de la vida cotidiana que pueden influir en nuestro rendimiento y quizá hay días en que, aunque en un principio el plan marque salir a correr o hacer series, sea más conveniente descansar. Por eso, siempre es bueno contar con el asesoramiento de un experto. Las conclusiones que debemos extraer es que para conseguir una mejora debemos entrenar periódicamente. Y que, por supuesto, el descanso es tan importante como el trabajo realizado, de hecho, el descanso es una de las fases más importantes del entrenamiento, ya que nos permite ir mejorando paulatinamente.

El descanso, además de recuperar nuestro cuerpo y, gracias a la sobrecompensación hacernos más fuertes, influye también en el aspecto anímico. Un día de descanso hace que nuestra mente repose y coja más fuerza para futuros entrenamientos o competiciones. Realmente hacen falta varios días seguidos sin entrenar para que nuestro estado de forma físico disminuya. Por tanto, a parte de recargar nuestros depósitos de glucógeno y permitir una correcta recuperación y mejora muscular, también despejamos la cabeza y nos preparamos psicológicamente para afrontar nuestros retos con energía renovada. “Descansar o morir”.

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