3, 2, 1… Pum! Disparo. Carrera de 10k, sales a tope y empiezas a ver en el gps ritmos que ni soñarías hacer en un entrenamiento en el que te has esforzado al máximo. Y es que… es ponerse un dorsal y correr 5-10 segundos más rápido por kilómetro de lo que lo haríamos en un entrenamiento a tope. ¿Os pasa? Los corredores populares lo definimos como ‘El efecto dorsal’. Pero… ¿qué hay detrás de los ritmos que obtenemos con dicho efecto dorsal? ¿Es algo fisiológico?
Está claro que la alimentación el día previo, la motivación, el descanso… influyen. Pero… ¿tanto afectan a nuestro rendimiento? Recientemente se ha publicado un estudio de la Universidad del Deporte de Viena que podría dar la explicación científica de esto.
El estudio consistía en correr dos veces una distancia de 4 kilómetros. La primera lo más rápido que pudieran y la segunda contra un rival virtual. Como os podéis imaginar, los corredores fueron más rápidos corriendo contra un rival. En concreto fueron capaces de correr 10 segundos más rápido de media.
En ambas carreras, mediante estimulación eléctrica, los investigadores calcularon la fatiga a la que fue sometidos los músculos y llegaron a la conclusión que con la competición los deportistas sacan mayor provecho de sus capacidades fisiológicas gracias a que consiguen tolerar niveles más altos de fatiga.
Es decir, en competición solemos conseguir mejores registros debido a que ‘silenciamos’ las alarmas que nos envía al cuerpo al cerebro. Es decir, estamos más dispuestos a tolerar el dolor. Ya tenemos una explicación a los ritmos que conseguimos en carrera y que no hay forma de conseguir en nuestros entrenamientos.