"El negocio del running"

Vaya por delante. Soy parte contratante y contratada. No voy a ser un notario objetivo. Creo que es justo que quien lea estas líneas espera otro artículo sensacionalista atacando al running, sepa esto.

Soy parte contratante, porque soporto sobre mis espaldas el peso (autoimpuesto, todo hay que decirlo) de organizar una modesta carrera en mi pueblo. Contrato a gente, pago a gente que podría estar en su casa tan ricamente pero ese primer domingo de marzo lo pasaron con frio en un pueblo del sur de Madrid, realizando trabajos de lo más variopintos. Desde montar el arco de meta, la megafonía o haciendo fotos molonas tirado literalmente en el suelo. También hay gente a la que no pago ni un duro, como son los voluntarios o mi familia directa, pero que arrimaban el hombro, porque eran conscientes que el pueblo era una fiesta, que la hostelería del pueblo estaba contenta y eso son puestos de trabajo indirectos.

También soy parte contratada. Hay gente que me contrata los fines de semana para estar con un micro en la mano animando a los corredores y sus familias bajo el arco de meta de alguna que otra carrera. Y me pagan por ello. Además, colaboro con medios de comunicación relacionados con el running. En fin. El pack completo de la objetividad como veis.

Supongo que a estas alturas el 50% de los lectores lo habrán dejado de hacer o bien porque no me consideran objetivo o bien porque no encontraban la ración de carnaza diaria sobre “EL NEGOCIO DEL RUNNING”. Bien. A esos no los voy a convencer de nada. Vienen convencidos de casa. Ya estamos en familia.

Hace un tiempo leí un artículo de uno de los periódicos generalistas donde se ponía al descubierto “EL NEGOCIO DEL RUNNING” y destapaban al gran público, entre otras cosas la terrible verdad: hay empresas que embotellan agua que (ojo al dramático dato) vendían agua a organizaciones, que necesitaban agua para sus eventos de running y se la pagaban. Un escándalo vaya. El negocio del running.

Percibo una tendencia bastante extendida a idealizar tiempos pasados, criminalizar las carreras según las vivimos en la actualidad y a generalizar respecto a los organizadores como unos aprovechados.  No sé en qué momento, en una economía de libre mercado, nos ha empezado a parecer mal que la gente cobre por su trabajo y su tiempo. Quizás durante años se vivieron épocas doradas de eventos deportivos “vitaminados” con dinero público, y se generó la falsa sensación de que es posible organizar eventos deportivos sin coste para el usuario. Se sigue manteniendo, casi como un dogma, aquella cuenta de la vieja del euro por kilómetro tan alejada de la realidad.

Creo que ese agudizado sentido crítico con algo de postureo de abuelo cascarrabias, debiéramos de centrarlo en analizar la calidad y la experiencia recibida en carrera. Porque yo he corrido carreras “gratuitas” que no me merece la pena correr de nuevo. Y carreras donde en el baremo del euro/kilómetro, se pagaba bastante más de un euro por kilómetro, pero cuyos servicios y experiencia de carrera me parecieron brillantes. Centrarnos no solo en lo que nos cobran (que es importante no lo dudo), sino también en lo que nos ofrecen a cambio. Apreciar la diferencia entre coste y valor.

Muchas veces, desde el inocente desconocimiento o la mala baba malintencionada, se hacen cuentas muy a la ligera, multiplicando el precio del dorsal por el número de participantes, dejando de lado la partida de gastos, generándose así la falsa idea de un beneficio desmedido. Porque en esa carrera hay que pagar muchos servicios a mucha gente. Por solo nombrar algunos servicios: cronometraje, equipos de audio, pagos a federaciones, árbitros, proveedores de los avituallamientos, speaker, alquiler de baños portátiles, etc.

Lo que hay que criticar son las carreras mal organizadas, inseguras, los abusos y los fraudes que se dan como en cualquier otro sector. Porque sí que es verdad que todas estas malas prácticas también existen en el negocio del running. Pero los corredores tenemos una herramienta muy potente contra estas situaciones: no volver. El mercado va a ir filtrando las carreras buenas de las malas. Es un hecho que muchas de las que nacieron con el boom de demanda de los últimos años, han desaparecido o están pasando problemas por sus malas prácticas. La primera vez que te engañen será culpa suya. La segunda, amigo, ya es culpa tuya.

Si conocéis en vuestro entorno a algún corredor/a que haya viajado y corrido fuera de España, os emplazo a preguntarle acerca de los precios y servicios que ofrecen las carreras en el extranjero. En todos esos países cuya organización y modo de vida que en ocasiones idolatramos, correr es infinitamente más caro que en España. Cualquiera que haya corrido las maratones de Paris o Berlín os podrá hablar de cómo son sus avituallamientos y cuál era el precio del dorsal. Comparadlos con España. Os sorprenderíais.

El término “negocio” deriva de las palabras latinas NEC y OTIUM, es decir, lo que no es ocio. Y a mí en principio, que la gente cobre por su tiempo, me parece bien. Es lo que hacemos todos los trabajadores por cuenta ajena o por cuenta propia. En “el negocio del running”, también.

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