El ser humano está hecho para correr

El ser humano está hecho para correr

Este verano he tenido la oportunidad de poder realizar un viaje largo. No siempre es posible pero esta vez mis pies me llevaron a Indonesia. Con mis zapatillas en la mochila, me dispuse a recorrer algunas de las muchas islas que conforman este alejado y misterioso país.

Tres semanas dan para mucho. Y como soy una persona inquieta, os explicaré algo de lo que vi, que me dejó impactada. Me encontraba en un aeropuerto atestado del interior de Java, en la puerta de embarque esperando a ser llamada, cuando de repente me fijé que en la sala había cantidades ingentes de niños pequeños. Todos sonrientes, como si los retrasos no fueran con ellos, revoloteando por entre las sillas. Sus madres, los llevaban en brazos o simplemente los dejaban corretear… Pero había algo inusual y aún no había identificado el qué. ¡Hasta que de repente me di cuenta! Apareció una de los pocas familias de turistas occidentales que se encontraban en ese aeropuerto, cargados hasta arriba de maletas, accesorios varios y…un CARRITO para niños último modelo. El usuario del carrito, un niño rubio, ya tenía cierta edad, pero seguía apegado a su medio de transporte. Los padres sudaban para adecuar todo aquel despliegue de objetos a su alrededor y prepararse para embarcar.

Miré a mi alrededor. Las madres javanesas que allí había no usaban el carrito u otro elemento para transportar a sus hijos. Simplemente, cuando el niño no podía caminar, lo llevaba en brazos o atado a su espalda o pecho. Y cuando el niño APRENDÍA A ANDAR…¡ANDABA! Así de fácil.

Quise confirmar lo que había visto en mi pequeño experimento. Y efectivamente. No vi a ningún niño pequeño indonesio montado en su “coche”. Todos caminaban, corrían… Porque el ser humano está hecho para andar, correr, para estar en contacto con su alrededor. Y la necesidad, o la pobreza en este caso, que limitaba los recursos de las madres javanesas, nos daba una lección más a los occidentales.

A los niños les gusta andar, correr, saltar, dar volteretas, probarse. Y como todo en la vida, estas cualidades naturales se van incrementando cada vez que se practican mediante el juego. Así pues, quizá al principio necesiten descansar más, pero mejorarán pronto… si les dejamos.

¿Y por qué os cuento esto? Porque cada vez en las sociedades occidentales nos alejamos más de lo que somos originalmente. El sedentarismo es una plaga que debemos combatir para estar más saludables mental y físicamente. Por eso, a través de este ejemplo os invito a reflexionar sobre si LA COMODIDAD, LA FACILIDAD QUE CONLLEVA EL PROGRESO es siempre buena o a veces nos arrastra hacia la debilidad.

Sea como fuere, y como ya dije aquí una vez, nacimos para correr. Así que cerrad los ojos, conectaos a vuestro interior y salid ahí fuera a disfrutar de lo que tenéis. Y ayudad a vuestras familias para que también lo disfruten… andando, corriendo, brincando o como quieran.

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