¿Estás segura que tanto esfuerzo merece la pena?
No tengo la menor duda.
¿Y si te quedas a medio camino?
Lo importante será lo que he aprendido durante él.
Pero si no llegas será un fracaso, ¿no?
El único fracaso sería no intentarlo.
Es difícil explicar a un niño de 9 años por qué su mamá quiere correr 100 kilómetros solidarios, que entienda porque entrena casi a diario robándole horas de sueño al reloj sabiendo lo que le gusta dormir. Que comprenda que entrenes llueva, haga frío o calor siendo consciente que nunca vas a ganar la carrera. Que entienda que estés dispuesta a mover cielo y tierra para conseguir la aportación económica necesaria para poder formalizar la inscripción y colaborar con proyectos para personas que nunca conocerás.
La única forma de conseguirlo es haciéndole partícipe de todo lo que aprende mamá en el camino de su preparación, de contagiarle la necesidad de tener grandes retos en la vida para que ésta sea mucho más apasionante, de hacerle consciente de la importancia de la solidaridad. De educar con el ejemplo, ya que nuestros hijos no siempre nos escuchan pero siempre nos observan. Ejemplo de sacrificio, de perseverancia, de fuerza de voluntad, de compromiso, de empatía. Retos que educan la determinación, la curiosidad, el optimismo y la pasión.
Objetivos que enseñan que los desafíos llenan nuestros días de pasión, nos invitan a nadar a contracorriente, a ser osados, a trabajar con el corazón. Nos instruyen a no esperar que las cosas ocurran, a creer a fuego en nuestras posibilidades, a llenar de adrenalina nuestras jornadas, a confiar en la ilusión.
Metas que te enseñan que cada paso te acerca a tu objetivo, que cada dificultad enfortece, que quien no arriesga no gana.A creer en la fuerza del querer, a vencer la apatía, a no dejarte llevar por la inercia. A buscar los mejores aliados para tu viaje, a creer en el poder del trabajo en equipo, en la actitud y la responsabilidad. A saber que quien no arriesga no gana, que potencian la disciplina, que entrenan el talento.
Proyectos que hacen rodearte de gente que te impregna su coraje, que sacan tu mejor versión, que te enseñan con pequeños gestos, que te hacen creer en las sinergias. Cien kilómetros, más de una veintena de horas de compartir risas y silencios, de miradas cómplices, de palabras de alientocuando las cosas se tuercen. De frío y lluvia que ponen a prueba tu fortaleza, que te exigen lucharcontra tumente cuando te anima a bajar los brazos. de darte cuenta de lo privilegiada que eres por recibir cientos de mensajes de aliento.
Retos que te regalan recibir cientos de mensajes de aliento y cruzar la línea de meta controlando el llanto, cogiendo bien fuerte la mano de tus hijos susurrándoles al oído que nunca olviden que van a ser capaces de conseguir todo lo que se propongan si se atreven a soñar en grande. Instantes para mirar y agradecer a tu compañero de viaje todo el apoyo recibido. Para tocar el cielo con las puntas de los dedos, parasentirte única por un instante. Tiempo que se detiene para fundirnos en un abrazo las cuatro mamás valientes que fuimos capaces de creer sin titubear en que seríamos capaces de todo.