Gabby Douglas: Una entre millones

Gabby Douglas: Una entre millones

Más de tres millones de chicas de entre 6 y 17 años van a clases de gimnasia en Estados Unidos. Cuando cumplan los 18, un 80% habrá dejado este deporte por el alto sacrificio que supone.

Con esa edad, Gabby Douglas ya había conseguido el oro Olímpico. Si hubiese sido una de las muchas chicas de esa edad, tal vez ya hubiese dejado el deporte, pero Douglas continuó. El despertador a las 7:30h y continuaba tomando el desayuno que le preparaba su abuela. A las 8:00h entraba al gimnasio y empezaba los estiramientos antes de los ejercicios. Rutina que seguía con el acondicionamiento, la comida y un corto descanso por la tarde. A las 14:00h volvía a entrenar y, antes de ir a casa, se centraba en dos pruebas: la barra de equilibrio y barras o barra de equilibrio y suelo. Esta ha sido la rutina que ha hecho estar a Gabby Douglas donde está: entrenar seis horas diarias tres días a la semana, cuatro horas durante otros tres días y un último día de descanso.

«Empecé con la gimnasia rítmica cuando tenía seis años, más o menos. Fui a mi primera clase y me enamoré del gimnasio». En aquel momento, Douglas ya llevaba tres años haciendo volteretas laterales por casa.

A los dos años de entrenar formalmente, Douglas consiguió el título estatal en el concurso completo de nivel 4, aunque seguía dudando en sí misma para las competiciones «Podía ganar competiciones, pero no estaba muy segura de sus capacidades. Yo le decía que era una competidora increíble y que podría estar en lo alto del podio siempre y cuando creyera en sí misma», recuerda su madre.

En 2008, mientras las dos veían gimnasia rítmica femenina en los Juegos de Beijing, Douglas llegó a admitir que quizá, si tuviera el entrenador adecuado, podría competir al mismo nivel.

Y su madre quiso hacer su sueño realidad. Douglas se instaló con una familia de acogida en West Des Moines, Iowa, y entrenaba bajo la supervisión de un entrenador. Estuvo a punto de dejarlo todo porque se encontraba lejos de su familia, pero se acordó de las palabras de su madre: «La vida no es fácil. Tienes que luchar, nunca hay que abandonar. ¡Tienes que luchar por tus sueños!»

En las pruebas nacionales de 2012 consiguió el primer puesto y una garantía en el equipo nacional. «Fue en 2012 cuando empecé a creer en mí misma».

En Londres, siendo parte del equipo estadounidense, ganó el oro por equipos y en el concurso completo individual, convirtiéndose en la primera afroamericana en conseguir este último título.

Para Douglas y su familia, las medallas eran un merecido premio; sin embargo, el ajetreo mediático, fue una consecuencia inesperada. «No me imaginaba esa locura. Pensaba que iba a ir a Londres, competir, irme a mi casa y cenar con mi familia», explica Douglas.

Fiestas con celebridades, apariciones en televisión, acuerdos para un libro, un largometraje sobre su vida y más de un millón de seguidores en Instagram. También fue imagen de una marca de cereales y llenó portadas de revistas durante meses. Se dio cuenta de la realidad inesperada: en cuanto a la gimnasia rítmica, eso no era todo.

«Puede ser difícil seguir el ritmo de todas las buenas oportunidades que se le presentan como resultado de un trabajo duro y un sacrificio, y entrenar a la vez a jornada completa como gimnasta de élite, pero tenía que tomar una decisión», comentó su madre.

Y así Douglas anunció su vuelta a la rítmica, noticia que se recibió con críticas y un poco de controversia.

Habiendo llegado a lo más alto, lograr algo nuevo es superarse a sí misma a través de estrictas normas básicas y rutina de entrenamiento. «Dar volteretas es más fácil y la gimnasia rítmica parece más sencilla y natural». Mientras intenta dominar nuevas habilidades, las dudas en sí misma han dado paso a un sentimiento motivador: la impaciencia. 

«Mi forma de pensar ahora es mucho más fuerte, pero me adelanto a mí misma y mis entrenadores me dicen: "No seas ansiosa, ten paciencia, espera". Tengo que aprender a relajarme».

En 2015, Douglas finalizó cuarta en la primera competición desde su retorno, seguida de una plata en el concurso completo en el Campeonato Mundial de 2015. Estos resultados no la tenían contenta: «Soy muy perfeccionista. Si cualquier pequeño detalle sale mal, me molesta mucho, y es como que dejo de funcionar y hago oídos sordos a las correcciones. Supongo que mis entrenadores me dirían que necesito trabajar en mis emociones».

La meditación sobre las escrituras es lo que le ayuda: «Realmente me ayuda en el gimnasio y con mi estado mental, ya que en gimnasia todo se reduce a la mente. Me motiva. Me ayuda a mantener mi pasión y mi energía».

En marzo de 2016 se hizo con el oro en el concurso completo mostrando una sonrisa reflejo tanto de su humildad como de su madurez. «He aprendido a ser más disciplinada, más respetuosa y más eficiente».

Haber llegado al equipo nacional de 2016 la ha convertido en la primera ganadora del concurso completo individual que vuelve a disputar unos Juegos desde 1980 y en la primera de las cuatro medallistas de oro estadounidenses en el completo que vuelve a competir. Pero quiere convertirse en la primera mujer desde 1968 en repetir como campeona del concurso completo y como la primera estadounidense en la historia.

Douglas tiene un consejo para las futuras gimnastas olímpicas que buscan el oro: Les diría que trabajen muy duro. Puede que se encuentren obstáculos por el camino, pero hay que seguir luchando porque lo último que quieres es arrepentirte. Nadie quiere mirar atrás y pensar: "Ojalá hubiera seguido". Cuando miras atrás quieres pensar: "Lo di todo. Di el 100 por cien. Ya puedo seguir adelante".

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