El triunfo histórico y contra todo pronóstico de Joshua Cheptegei en el Mundial de cros del pasado mes de marzo, sitúa al atleta ugandés entre los favoritos a la gloria olímpica en Tokio 2020, especialmente en los 10.000 metros lisos. La cita con el imbatible Mo Farah – si vuelve al tartán olímpico- promete echar chispas. Como aperitivo, el Mundial del próximo mes de octubre en Doha.
Cheptegei figura ya en la historia deportiva de su país al ser el primer ugandés en ganar un campeonato global de campo a través, apuntalando la primera victoria por equipos de Uganda sobre Kenia y Etiopía, intratables desde 2002.
Uganda atesora dos oros olímpicos en atletismo a cargo del maratoniano Stephen Kiprotich en Londres 2012, y del mítico John Akii-Bua y su fascinante triunfo en los 400 vallas en Munich-72. Cheptegei aspira a ser el tercer hombre de esta restringida lista de campeones en comparación con sus vecinos del Este africano.
Hasta el Mundial celebrado en Dinamarca, el atleta ugandés era conocido entre los aficionados al ser el protagonista de un dramático final de carrera, más propio de un maratón que de una prueba de campo a través. En 2017, el Mundial de cros se celebró en Kampala, la capital de Uganda. Hacía calor. Cheptegei, animado por sus compatriotas, imprimió un ritmo suicida desde la salida (tal y como lo describió el hasta ese día vigente campeón de cros, el keniano Geoffrey Kamworor) y llegó al último kilómetro destacadísimo. El público ya celebraba su victoria cuando el atleta colapsó por deshidratación y llegó a meta como pudo (acabó trigésimo). Dos años después, Cheptegei ganaba, el pasado mes de marzo, el Mundial de cros celebrado en Aarhus. Él y el favorito, Jacob Kiplimo (segundo), contribuyeron decisivamente a la victoria por equipos de su país.
El colapso de Cheptegei en Kampala en 2017 provocó entonces algunas críticas en medios locales y una lluvia de memes más o menos afortunados. El corredor ugandés no se arrugó y transformó su decepción en determinación, siguiendo el ejemplo de su padre, corredor también por necesidad. “Corría para que no le robaran las vacas. Ahora soy el único en la familia que corre”, afirma el nuevo campeón sobre hierba y barro.
Cheptegei es kalenjin, hermanado tribalmente con los kalejines kenianos pero ugandés por razones de estado y por la raya fronteriza que trazaron los británicos en 1894 cuando el reino de Buganda pasó a denominarse Protectorado de Uganda. Para el flamante campeón, la inestabilidad y la ruina económica de su país, tras la dictadura del infame Idi Amin Dada, han sido los causantes del retraso deportivo en su país, en comparación con los éxitos de sus vecinos kenianos y etíopes, instalados en el medallero hace décadas.
El segundo de nueve hermanos nunca pensó en abandonar o doblegarse ante críticas y mofas simplonas por su dramático colapso en Kampala. Le sirvieron de acicate, de motivación extra –afirma- , lo que probablemente le llevó a emprender una obra de afroingeniería: con los ingresos obtenidos en carreras y a través de su club patrocinador, el NNRT, financió la construcción de una pista de grava de 400 metros de cuerda y cuatro calles en el training camp de Kapchorwa, en la falda norte de Mount Elgón, un volcán extinguido y fronterizo entre Uganda y Kenia. Cheptegei se lesionaba con frecuencia al entrenar en circuitos salvajes, colina arriba y colina abajo. Las series, mejor en llano, suelo plano y estable, que resista las lluvias torrenciales de mayo, diciembre y enero. Cheptegei invirtió 30.000 euros en su pista. “Está abierta a todos los que quieran usarla”, matiza el atleta preparado por Addy Ruiter, su técnico, quien se desplaza al training camp ugandés cada tres o cuatro meses, siempre antes de una gran competición. “Mi sistema se basa en procurar pequeños cambios en la rutina de los atletas africanos. En África los grandes cambios no funcionan”, resuelve el entrenador holandés.
Con la confianza de sus entrenamientos durante 2018 y con 22 años recién cumplidos, Chepetegei logró la plusmarca mundial de 15 kilómetros (41.05 minutos) en la prestigiosa NN Seven Hills del pasado mes de noviembre.
Todo iba sobre ruedas hasta que en diciembre un coche embistió al suyo y tuvo que parar dos semanas, atenazado por el dolor de espalda y cervicales. Antes del Mundial de Aarhus se sintió indispuesto por un resfriado. Ruiter y su manager Jurrie van der Velden, le propusieron “no enseñar sus cartas” hasta la última vuelta. Junto con Kamworor, Kiplimo corría también como favorito, al estar invicto en el cros durante toda la temporada. Descolgado el keniano en la vuelta final, Kiplimo no pudo responder a la determinación con la que su compañero de equipo, Joshua Cheptegei, afrontó la última subida por el techado del museo de prehistoria de Moesgaard para llegar en solitario a la meta.