La vitamina D es una vitamina liposoluble esencial cada vez más popular a raíz de la pandemia. Aunque no garantice que te vayas a «salvar», si que se ha visto una clara relación entre la vitamina D y el COVID-19. Una vitamina que se obtiene gracias a su precursor (calcifediol) que obtenemos a través de la radiación solar o de ciertos alimentos como pescado graso, lácteos enriquecidos o algunos suplementos.
A pesar de que no podemos afirmar que la vitamina D evite el contagio o consiga curarnos frente al COVID-19, resulta cada vez más evidente su importancia frente al virus. De hecho, diferentes estudios respaldan esta relación. Algunos como este, comprueban que sujetos con niveles altos de vitamina D tenían menos probabilidades de adquirir el COVID-19 e incluso de fallecer en caso de adquirirlo. Esto se debe a su acción antiinfecciosa e inmunomoduladora, que permite mejora las barreras intercelulares por estímulo de la inmunidad innata y por modulación de la inmunidad adaptativa. Es decir, por su importancia en el sistema inmunitario.
Un suministro inadecuado de vitamina D tiene una variedad de efectos esqueléticos y no esqueléticos. Existe mucha evidencia de que varias enfermedades no transmisibles (hipertensión, diabetes, ECV, síndrome metabólico) están asociadas con niveles bajos de vitamina D en plasma. Estas comorbilidades, junto con al déficit de vitamina D, aumentan el riesgo de COVID-19. No obstante, antes de suplementarte, te recomendamos asesoramiento previo.
La vitamina D juega un papel importante en el sistema inmunitario, aunque su importancia va más allá incluso.
¿Otras funciones clave de la vitamina D?
La vitamina D favorece la absorción del calcio y de fósforo, promoviendo una buena densidad ósea. Previene la aparición de diferentes enfermedades crónicas y agudas, así como lesiones. Y es que la vitamina D juega un papel fundamental en los tejidos musculares de deportistas. Unos niveles bajos están muy relacionados con la condición física, debilidad y aumento de riesgo de sufrir fracturas por estrés, por una baja absorción de calcio que reduce la contracción muscular y no permite la formación de fibras musculares.
En 2014, se realizó un estudio en el CAR de San Cugat del Vallés para evaluar las concentraciones de esta vitamina en deportistas de élite y los resultados fueron más sorprendentes de lo esperado. Aproximadamente el 82% de los atletas tenían valores por debajo de los óptimos; 45% de forma moderada y un 6% de forma severa. Dedicados al deporte, todos pensaríamos lo contrario, pero los resultados obtenidos demostraban que el problema yacía en que éstos entrenaban muchas horas en interior, es decir, que no recibían suficiente radiación solar, ni siquiera en verano. No sabemos que ocurrió tras este estudio, pero lo más probable es que se suplementaran por si acaso y modificasen la forma de estrenar.
Según la Australian Sport Commission y ESTE estudio, la suplementación de esta vitamina podía incluso mejorar el rendimiento deportivo, mejorando la función muscular a través de sus adaptaciones morfológicas. Sobre todo, mejorar la fuerza muscular, el tiempo de reacción y el equilibrio (que también se trabaja). De hecho, la vitamina D se encuentra entre los suplementos de categoría A , que son aquellos cuya evidencia demuestra su eficacia. Aunque eso sí, siempre bajo el asesoramiento de un profesional médico o nutricionista deportivo.
Obtención de la vitamina D
La vitamina D la obtenemos principalmente de la radiación solar. Por eso los atletas españoles que pasaban tantas horas entrenando en interior tenían deficiencias importantes. Déficits que podrían afectar su salud y su probabilidad de sufrir lesiones. No obstante, si es cierto que existe una pequeña cantidad de esta vitamina en ciertos alimentos: aceite de hígado de bacalao, anguila, pescados grasos como atún y bonito. Cantidades insuficientes para garantizar las cantidades recomendadas de
Los investigadores sugieren una exposición solar de 5 – 30 minutos (obviamente en horas de sol tipo de 10 am a 3 pm) dos veces por semana directo sobre cara, brazos, piernas o espalda sin protector solar para conseguir la dosis suficiente de vitamina D para permitir su síntesis y evitar problemas. Así que ya sabes, continua entrenando al aire libre a pesar del frío y muestra tus bellas piernas de corredor al sol incluso en invierno.