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La importancia de las liebres

Ayer domingo, 17 de noviembre, la Maratón Divina Pastora de Valencia se proclamó el circuito más rápido de España para correr esta distancia, pero también se produjo un episodio desagradable para el maltrecho atletismo español. Después de prometerle a Carles Castillejo que tendría un par de liebres para que le marcaran el ritmo durante gran parte de la prueba, al final su promesa quedó en agua de borrajas.

Se pueden argumentar diez mil razones, pero las liebres habrían ayudado mucho a Carles. Gestas como la de Rudisha proclamándose campeón olímpico y batiendo el récord del mundo de 800 en los Juegos de Londres son capítulos que sólo se dan en contadas ocasiones. En la otra gran mayoría de situaciones, las marcas se consiguen con la ayuda de las liebres. Será más bonito o menos, pero es así.

La liebre suele ser una persona que tiene más nivel que tú o, en todo caso, un nivel similar. A mayor nivel de la liebre, mayor distancia te podrá acompañar. Pero hay que diferenciar dos tipos de liebres: las del globo y las de los profesionales.

Las liebres que llevan un globo (o similar) son corredores más o menos experimentados que tienen la misión de correr a un determinado ritmo para ayudar a los populares a cumplir sus sueños. Suelen ser ritmos a partir de las 3 horas y el porcentaje de error es alto. A veces corren a cambios, a veces fallan por varios minutos el tiempo final… y otras veces aciertan. Ayudan, pero no son el tipo de liebre que quería Carles Castillejo.

Las liebres para los atletas profesionales son difíciles de conseguir y se cotizan al alza. Son atletas de mucha calidad que se comprometen a llevar el ritmo pactado hasta la distancia requerida (y si llegan más lejos, cobran más). No vale ir ni más rápido ni más lento; tampoco vale hacer cambios. Y si no cumplen con su cometido, pueden quedarse sin paga.

Los organizadores de las maratones son muy exigentes en este punto y buscan contratar liebres de confianza que puedan llevar el ritmo del grupo de cabeza hasta casi el kilómetro 30. Si el trabajo está bien hecho, casi seguro que saldrá una buena marca, como sucedió en Valencia este domingo. Pero una buena organización tiene que cuidar también el segundo grupo. Y aquí es donde falló la organización de la maratón Divina Pastora.

El segundo grupo se llamaba Carles Castillejo y tenía el objetivo ambicioso de correr por debajo de las 2h09’00”, una marca que ningún atleta español ha conseguido hacer en España. Carles escogió Valencia porque el circuito es bueno y porque accedieron a su petición; en caso de no haber llegado a un acuerdo, habría buscado otra maratón o se habría pagado las liebres de su bolsillo, pero ¿por qué pagar por tus liebres si la organización las paga por ti?

En el atletismo, los atletas españoles no nos hacemos ricos y ahorrarte unos cuantos euros porque otro los paga por ti es muy sensato. La otra opción es el trueque: hoy me ayudas tú, la próxima vez te ayudo yo. Así lo ha hecho Carles a menudo con Nacho Cáceres o con Rafa Iglesias, y también Pablo Villalobos y Pedro Nimo y un largo etcétera.

Por desgracia, algunos otros optan por correr en el extranjero y allí descubren que organizadores de Rotterdam, Berlin, Amsterdam y otras carreras son más profesionales que los que en ocasiones nos encontramos en nuestra propia casa. Pero esto es otro cantar.

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