Mis compañeros de la Universidad San Jorge de Zaragoza (con la ayuda de la clínica Fisio Zaragoza y las universidades de Granada y Jaén) han completado un estudio muy interesante usando la famosa Alter G, esa cinta de correr capaz de reducir hasta el 80% de tu peso corporal.
Utilizaron a 26 atletas voluntarios que corrieron a 12 kilómetros por hora (a cinco el mil). Empezaron con su peso completo y cada minuto “les quitaban” un 10% del peso corporal hasta llegar a sólo el 50% de su peso al cabo de 6 minutos. Mientras corrían, unos sensores (Optogait) medían el tiempo de contacto, el tiempo de vuelo, la distancia del paso, la frecuencia de zancada y el ángulo del paso, entre otros parámetros.
Al analizar los resultados, se confirmaba la teoría de que correr con menos peso es más fácil (cómo no). Lo interesante es ver cómo cambiaba cada uno de los parámetros. La frecuencia de zancada (ese famoso 180 que tanto promulgan algunos), pasaba de 181 pasos por minuto con el 100% del peso corporal a 164 con el 50% y se apreciaban diferencias a cada reducción de peso. Lo mismo pasaba con el tiempo de contacto (cada vez más corto) y el tiempo de vuelo (cada vez más largo), con una distancia del paso incrementándose desde los 119cm hasta los 132.
La lectura, desde mi punto de vista, no es tanto cuánto cambia tu manera de correr si te quitan el 50% del peso corporal sino qué pasa cuando sólo te quitan el 10%. Al fin y al cabo, ¿qué pasaría contigo si en lugar de pesar 70kg pesaras 63? He aquí los números (sabiendo que son comparaciones estadísticas, no vayas a pensar que se cumpliría al 100%):
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100% del peso corporal |
90% del peso corporal |
Tiempo de contacto |
246ms |
238 ms |
Tiempo de vuelo |
86ms |
91 ms |
Porcentaje tiempo de contacto – tiempo de vuelo |
74 / 26 |
71 / 29 |
Distancia del paso |
119cm |
122 cm |
Frecuencia de zancada |
181 |
177 |
Ángulo del paso |
1,873º |
2,614º |
Es decir, para que nos entendamos: cuando pesas menos tu tiempo de contacto con el suelo es menor y tu tiempo de vuelo y longitud del paso son mayores. Esto se traduce en una frecuencia de zancada menor y un ángulo del paso mayor (vas botando más), lo cual significa una mejor economía de carrera siempre y cuando tus tendones y músculos puedan soportar este continuo rebote.
Pero no es oro todo lo que reluce, claro. No vayas a entrar ahora en una vorágine de ayuno y te quedes en los huesos. Piensa que estos cambios se producían cuando artificialmente se reducía el peso de los corredores sin modificar otros parámetros como la fuerza del atleta. Por lo tanto, ¿qué peso corporal puedes perder manteniendo los mismos niveles de fuerza? Básicamente la grasa y el agua, pero sabiendo que este último no es muy recomendable. Un cuerpo deshidratado no solo conseguirá peores resultados deportivos sino que además pondrá en riesgo tu salud (no hagas inventos por ahí, por favor).
Por lo tanto, ¿qué puedes sacar en claro de este artículo? Que cada kilo de grasa cuenta y que la fuerza es el factor principal para moverte. Entonces, si quieres saber si lo estás haciendo bien, pésate y mide tu fuerza. Y así a lo largo de una temporada o varias, para ver si el primero va bajando y el segundo se mantiene estable o, incluso, aumenta un poco.
Para medir tu fuerza, puedes analizar tu capacidad de salto vertical (algo de lo que tengo que hablar un día de estos) o realizar una serie máxima de una distancia concreta (un 400, por ejemplo). ¿Te animas?
Ahora ya sabes por qué esos suertudos que son peso pluma hacen las series y las competiciones a la velocidad que las hacen. Y casi sin cansarse.