La reventa de dorsales en grupos de Facebook

La reventa de dorsales en grupos de Facebook

Antiguamente se hacía en los foros (¡qué viejos somos!) y ahora se hace en los grupos de Facebook. Pero el «trapicheo» es el mismo. Hablamos de la reventa de dorsales, una práctica que existe desde hace años y todavía hoy presente en nuestro país. En pocas palabras: cuando un corredor se ha inscrito para una prueba y por X motivo no va y ofrece su dorsal a otra persona. El cómo y el por qué son dos cuestiones que vamos a tratar de analizar, pero, sea cual sea la circunstancia, hablamos de una acción ilícita e inmoral.

Si bien muchos corredores aún siguen sin querer asimilar la realidad, un dorsal es un bien personal e intransferible. Que un atleta participe en un evento deportivo bajo la identidad de otro, ya de por sí es un agresión a la propia competición. Y el 95% de las veces ocurre sin consecuencia alguna. De hecho, nadie se entera excepto el propio vendedor y el comprador.

Pero el motivo principal por el que la reventa -o cesión- de dorsales está prohibida es porque cada participante, cuando se inscribe a una prueba con sus datos, se convierte en beneficiario de un seguro de accidentes para ese evento deportivo. Es clave entender este punto para comprender que un dorsal es mucho más que un trozo de papel. Un dorsal también es un documento con datos personales y asociado a un seguro con derechos y obligaciones.

Por ejemplo, la famosa ‘licencia del día’ que los participantes pagan en las pruebas que están dentro del calendario de la RFEA otorga al corredor un seguro de accidentes. Un seguro nominativo. Por tanto, quien está cubierto es el titular del dorsal. Es como estar federado por un día, y acceder a esos derechos en esa prueba concreta.

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Así, se puede dar la circunstancia de que un corredor que esté participando con un dorsal cedido o comprado en Internet necesite atención sanitaria durante la carrera. Ante esa situación, y en función de la gravedad del asunto, los médicos no sabrían ni la identidad del deportista al que están interviniendo. Marrón tremendo para la carrera y para el corredor. Además, este corredor «ilegal», en esa situación, estaría utilizando recursos del evento por los que no ha pagado, y del mismo modo, restándoselos al resto de participantes.

Si este motivo no tuviera suficiente peso, existe otro al que ya hemos aludido anteriormente para suprimir por completo esta práctica: la competición se desvirtúa. Todos los corredores que lleguen por detrás del infractor lo estarán haciendo en una posición que, realmente, no es la suya. Si la suerte es caprichosa, incluso puede ocurrir que algunos podios -sobre todo en las diferentes categorías de veteranos- se vean sesgados por la participación de ese atleta, e incluso, como ocurrió en la última edición del Trail Valle de Tena, los propios participantes que están corriendo bajo el nombre de otra persona suban al podio.

El cómo y el por qué de la reventa de dorsales

En cualquier caso, el asunto de la reventa de dorsales es delicado. Muchos corredores argumentan que son libres para hacer con su inscripción lo que consideren necesario. Y tal vez puede llegar a ser entendible, pero hasta cierto punto, ya que, como hemos visto, ante una situación excepcional en el que la salud de un deportista está en juego, la praxis de correr bajo el nombre de otra persona puede tener consecuencias nefastas.

Así, la reventa de dorsales sigue siendo una costumbre en la actualidad. Y en muchas ocasiones, lejos de hacerse de manera disimulada entre compañeros de club o amigos cercanos, se recurre a soportes públicos. En ese sentido, los grupos de Facebook de runners se han convertido en el «mercadillo» ideal para colocar un dorsal en tiempo récord. Siempre hay alguien que acaba pujando.

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La mayoría de las veces detrás de una reventa de un dorsal hay una inoportuna lesión, una incompatibilidad de fechas por motivos laborables o familiares, o cualquier otra circunstancia personal que impide al corredor acudir a su cita. En esos casos, se presupone que la venta del dorsal se hace de «manera obligada» por las circunstancias.

Pero lo cierto es que todavía hay muchos casos de corredores que, sabiendo que no van a participar en una carrera, adquieren un dorsal para mercadear con él y vendérselo al mejor postor. Sí, sucede. Como si se tratase de una entrada para un concierto de Coldplay o un partido de la Champions League. “La gran diferencia es que en una carrera popular el asistente participa y toma parte de manera activa, y en un concierto o un espectáculo teatral no, tan solo es un espectador”, comenta Juanma Agejas, gerente del club AD Marathon, organizador de diversas pruebas urbanas y de montaña en la Comunidad de Madrid.

También puede ocurrir que esta práctica de correr bajo la identidad de un tercero tenga la finalidad de conseguir un propósito deportivo, por ejemplo, obtener la marca exigida por determinadas competiciones: la San Silvestre Vallecana Internacional, el Maratón de Boston, una mínima para un campeonato oficial, etc.

La postura de las carreras ante la reventa de dorsales

Hay diversas carreras de prestigio en el calendario español que, para evitar estas prácticas, han establecido herramientas para que ese traspaso de dorsal se haga de modo lícito. El Zurich Rock ‘n’ Roll Running Series Madrid otorga un plazo -hasta 40 días antes de la prueba- para transferir la inscripción a otro corredor. Se gestiona un cambio de titularidad y, de manera transparente y legal, se formaliza telemáticamente con el número de localizador.

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Mecanismo similar utiliza el Maratón Valencia Trinidad Alfonso. El atleta inscrito puede solicitar hasta 15 días antes de la carrera el cambio de titularidad de su dorsal a través del sistema de la web. Una vez se produce la inscripción del nuevo participante, se oficializa la baja del anterior y se le devuelve el importe.

“Aunque los organizadores pongamos todo de nuestra parte, una vez entregamos los dorsales a los corredores, es incontrolable. No podemos vigilar si vienen ellos o lo hace otra persona en su lugar, pero es una cuestión de respeto al propio deporte, a los demás corredores y a la propia organización. Conozco un caso en el que un deportista asistido en una carrera lo tuvieron que trasladar al hospital y al avisar a su mujer respondió que su marido estaba en casa sentado con ella en el sofá. No sabían a quien tenían en la cama del hospital. El deportista había corrido con un dorsal prestado o comprado y lo que ocurrió fue que la propia compañía aseguradora le denunció”, comenta Juanma Agejas.

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