Los músculos multífidos son los responsables de mantener la columna estable entre cada una de las vértebras. Pero son unos músculos muy perezosos que, si se lo permitimos, no trabajan. Son tan profundos que pasan desapercibidos mientras otros más superficiales hacen su trabajo. Pero esto tiene consecuencias muy graves: se atrofian y, con el tiempo, su espacio lo ocupa la grasa. Y ahí tenemos un problema porque la grasa no se contrae y no puede ayudar a la estabilidad de la columna, luego los músculos superficiales se fatigan y nos aparece un dolor que dura días, semanas o años. ¿Te suena?
Los multífidos no son unos músculos fuertes y, por lo tanto, no hace falta ir al gimnasio para entrenarlos. Se activan si nos sentamos encima de una pelota o de un taburete con poca estabilidad; también si nos ponemos a la pata coja o cualquier actividad que nos implique un desequilibrio. De hecho, se activan también si utilizamos los brazos mientras mantenemos contraída la “faja abdominal”.
En cambio, no suelen trabajar demasiado si levantamos pesas, tenemos una mala postura en la espalda (la arqueamos) o si estamos sentados con el culo y la espalda apoyados en la silla (o el sofá).
Conclusión: desequilíbrate al menos diez minutos al día y, si quieres ser más guay, cómprate un fitball o un asiento inestable para los ratos que estés sentado delante del ordenador. Lo notarás.