Hablemos de ello. Madrugar para salir a correr por las mañanas. Ya sea entre semana porque es la única franja horaria en la que podemos encajar nuestro entrenamiento, o en fin de semana para hacer algún rodaje más largo o por cuestiones de conciliación familiar. Da igual. El caso es que a muchos y muchas os toca madrugar para correr.
A un selecto grupo de elegidos no os cuesta mucho. Suena el despertador y, como si fueran las 11:30 de la mañana, saltáis de un brinco con la ilusión de un niño en la mañana de Reyes. Pero la realidad es que eso suele suceder a las 6:30 o 7:00 de la mañana. Si es tu caso, puedes prescindir de este artículo. En cambio, si eres normal y el despertador a las 6:30 te sienta igual que troncharte el dedo pequeño del pie contra la pata de la cama, sigue leyendo.
Dicen que entre el éxito y el fracaso hay una delgada línea, tan fina que en muchas ocasiones hablamos de segundos e incluso de centésimas de segundo. Es justo ahí, en esos instantes, cuando se toman las decisiones. Correctas o incorrectas. Cuando tienes que decidir entre levantarte y tratar de parecer un ser humano para salir a correr, o apagar el despertador y descansar otras dos horitas que tu cuerpo -y tu cabeza- te están exigiendo. El angelito de tu hombro izquierdo contra el demonio de tu hombro derecho.
Pero como dice un buen amigo, creador de ‘La Milla’, la newsletter que leen los corredores importantes y en la que está inspirado el artículo que estás leyendo, solo hay un sentimiento más poderoso que la pereza: el remordimiento.
Por eso te damos 3 trucos que van a ayudarte a que, cuando suene el despertador, tu cabeza esté preparada para dar los pasos correctos y termines trotando en el parque en lugar de darte media vuelta y seguir con tus dulces sueños.
Deja toda la ropa preparada
El tiempo que transcurre entre el sonido del despertador y cruzar la puerta de casa para salir a correr tiene que ser el mínimo indispensable. Para eso, es necesario que ropa, zapatillas y cachivaches varios que usemos corriendo (reloj GPS, gafas de sol, auriculares, etc.) estén preparados y a mano para no perder ni un segundo en ponerlos a punto. Es mucho más probable que con el ‘kit de corredor’ ya preparado, tu cabeza quiera levantarse de la cama para ayudar a tu cuerpo a echar unos kilómetros y no se deje vencer por la pereza.
Date un capricho gastronómico
Un viejo truco que poco o nada gusta a los nutricionistas y mucho a los corredores en general. De hecho, para qué engañarnos, comer sin remordimientos es una de las herramientas de motivación más utilizadas por muchas personas a la hora de calzarse las zapatillas y salir a correr. En estos casos en los que necesitamos madrugar mucho para no dejar escapar el entrenamiento del día, podemos cometer el pecado. Cómprate una palmerita, a lo Javi Sancho, con la condición de poder comértela si sales a cumplir con el entrenamiento. No importa si te la tomas antes o después. El único requisito es salir a correr para poder disfrutarla. Si no lo haces, tendrás que renunciar a ella. Y quien dice una palmerita dice una pizza o el capricho que consideres que te mereces por el esfuerzo realizado.
Piensa en los remordimientos que tendrás
Ya te lo decíamos antes. Solo el remordimiento es más poderoso que la pereza. Piénsalo. Y piénsalo desde el instante en el que suena el despertador. Si no te levantas y sales a correr, cuando te despiertes dos horas más tarde, te vas a sentir mal. Muy mal. Fatal. Hasta el punto de que, es posible que se te tuerza el día y tu carácter y humor no sean los mismos que si hubieras salido a correr. De hecho, te lo garantizamos: no serán los mismos. Por eso pensar inmediatamente en que madrugar para correr te va a regalar un día mucho mejor, es un mecanismo de éxito seguro. Hazlo.