Maratón de Dallas: Ni blanco ni negro

Maratón de Dallas: Ni blanco ni negro

El pasado diciembre tuvo lugar unas de esas imágenes icónicas, que dan fe de la fiereza de una carrera como la maratón. La corredora Chandler Self lideraba la prueba con autoridad a falta de poco más de un kilometro para meta. En la continua lucha entre la paciencia y la prisa que es correr los 42 kilómetros y 195 metros de la distancia de maratón, Chandler cometió un error de cálculo. Su cuerpo empezó a fallar comenzando por sus cimientos, las piernas. De repente unas piernas que se habían mostrado fuertes y capaces cedían ante el asombro del público. A 50 metros de meta volvían a fallar cayendo la atleta al suelo en lo que parecía el final de su carrera. El evento deportivo contaba con otras carreras paralelas y fue una de las atletas que disputaba una de esas pruebas por relevos, Ariana Luterman quien pasando al lado de una persona tirada en el suelo la levanta y le presta su ayuda para llegar a meta. Los medios generalistas enseguida acudieron a difundir las imágenes “que dignifican el deporte” (titular real), mientras en redes sociales se extendía la opinión generalizada entre los corredores de que Chandler puso en riesgo su salud y que fue una temeridad.

El reglamento en este tipo de pruebas suele ser claro, están prohibidas este tipo de ayudas. Sin embargo la dirección de carrera decidió mantener a Chandler como vencedora argumentando que sus 3 minutos de ventaja sobre la segunda clasificada eran suficientes para garantizar su triunfo.

Sobre lo sucedido me vienen a la cabeza varias reflexiones que quizás os saquen de la dicotomía blanco-negro habitual. Quizás os lleven a un punto medio entre el pretendido enfoque dignificante de los medios generalistas y las críticas en redes sociales a ese empeño en terminar como sea.

1- Creo que Chandler Self debió ser descalificada con el reglamento en una mano y con el sentido común en la otra. Me pongo en la piel de la segunda clasificada (esa que sí calculó bien su gasolina hasta meta) que no recibió ningún tipo de ayuda y se me queda muy mal cuerpo por ella.

2- No olvidemos que Chandler lideró la prueba casi en su totalidad, “ganándola” con un tiempo de 02:53’58”, que quizás no la situé entre las mejores del mundo, pero ya denota un nivel atlético notable. No se trata, desde luego, de una atleta popular de mitad del pelotón, tratando de ser finisher a toda costa para presumir de medalla, que es la impresión que me dio leyendo críticas a su llegada en redes sociales. Es alguien acostumbrado a luchar por ganar pruebas. No sé si de élite pero si desde luego una atleta de cierto nivel deportivo, acostumbrada a llevar a su cuerpo a altas cotas de sufrimiento.

3- Si Chandler llega a colapsar sobre la cinta de meta los titulares medios y los juicios en redes sociales serian bien distintos. Se alabaría sin duda (lo he visto y leído mil veces), el arrojo de una atleta que lo dio todo para lograr el triunfo. La diferencia entre ser una corredora imprudente que puso en riesgo su salud y una atleta entregada que lo dio todo son en este caso 50 metros. Y eso me parece profundamente injusto.

4- Los servicios médicos estarán autorizados a retirar a cualquier participante por razones médicas. Lo pone en los reglamentos de todas las carreras. Quizás si hubieran salido de meta hacia Chandler, Ariana Luterman no hubiera tenido que parar a socorrer a una persona tirada en el suelo. Lejos de ser una crítica a los servicios médicos, mi intención es lanzar una reflexión a todos los corredores. ¿Qué hubieras preferido tú (que no luchas por la victoria)? ¿Qué salieran los médicos a atenderte y te descalificaran a 50 metros de meta? ¿O que te dejaran continuar “de cualquier manera”?. En frío todos vamos a contestar lo mismo. En caliente me vais a permitir, tengo mis dudas. Como corredores populares en general, no estamos preparados para ese momento. Se verían grandes enfados y discusiones en meta por parte de los afectados con los árbitros, sanitarios y organizaciones. En general los corredores populares nos preparamos mucho para el éxito, pero muy poco para el fracaso.

Creo que en ocasiones, al atleta profesional se le está juzgando conforme a  parámetros del corredor popular y al corredor popular se le está midiendo en parámetros de atleta de élite. Y eso es un disparate. Un atleta de élite vive empujando a  su cuerpo hasta el límite. Se está alentando al corredor popular a hacer lo mismo. Y a posteriori, se condena esta actitud si algo sale mal, cuando en el atleta es “su trabajo” llegar a esos límites, y en tu caso (y en el mío) una imprudente estupidez.

Y tras 42 kilómetros, a veces la gloria o la crítica están separadas tan solo por 50 metros.

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