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El por qué del odiado cono naranja

Es un clásico en las carreras. Cuando ves que la gente vuelve por la misma calle por la que tú vas ya sabes lo que hay: una curva de 180º alrededor del odiado cono naranja. ¿Te has preguntado por qué muchas carreras hacen esta vuelta cuando saben que no es del agrado de muchos? Te lo contamos.

Medición de carreras

No vamos a entrar en la diferencia entre precisión y exactitud ni tampoco en que una medida tomada en un dispositivo que se apoya en datos de satélites que están a 30.000 km de la superficie terrestre es difícil que sea más cercana a la realidad de la medida que una rueda pisando el asfalto. Pero sí te vamos a contar que en muchos circuitos de carreras de running se hacen idas y vueltas que no suelen añadir un atractivo especial al recorrido y tiene unos cuantos enemigos.

Las carreras de distancias homologadas suelen ser múltiplos de kilómetro (10k, 15k…) o de “números nobles”, no hablamos de pi sino del número noble de maratón, 42,195 km y su mitad, la media maratón, 21,097 km. Son distancias establecidas, donde hay récords y las cuales deben de estar muy bien medidas para que estos récords tengan validez.

El protocolo de medición de una distancia de una carrera de ruta lo hace la Real Federación Española de Atletismo y está perfectamente establecido en documentos al respecto, los organizadores lo conocen y tras el correspondiente pago del coste de esta homologación el día de la carrera el recorrido debe ser exactamente igual a lo homologado. Pero ¿y si hay cambios?

Cambios en el recorrido, pesadilla del organizador

Una pequeña obra, una nueva rotonda, un carril adicional, otro que desaparece, una medianera fija por un carril bici… las ciudades y los pueblos son organismos vivos, cambian, evolucionan, se transforman, y las carreras que discurren por ellas se tienen que adaptar a estos cambios.

Si los cambios son importantes y afectan al trazado de una carrera ya establecida requerirá de una nueva homologación que conlleva unos costes pero si son pequeños, de reducido impacto, se puede compensar con el odiado cono naranja.

La estrella: el odiado cono naranja

Hacer un recorrido de ida y vuelta, aparte de otras consideraciones como compartir avituallamiento, belleza de un paseo marítimo o afectar al tráfico de menos calles y ciudadanos tiene una explicación desde el punto de vista organizativo: si el recorrido se ve modificado puede ajustarse adelantando o atrasando dónde se da la vuelta.

Porque si una nueva rotonda te añade 74 metros a tu recorrido encontrar una manzana de edificios que sea de exactamente 74 metros es cercano al imposible. Pero atrasar el punto de un giro de 180º 37 metros haciendo ida y vuelta (para los despistados, 37×2=74) es sencillo y barato.

Y aquí es cuando el odiado cono naranja tiene todo el sentido del mundo: permite adaptar un recorrido ya homologado a pequeñas o no tan pequeñas modificaciones del recorrido de una forma sencilla y barata, que no requiere una completa homologación, repensar calles a cortar o situación de avituallamientos y que es relativamente poco perjudicial para los corredores.

El cono naranja quiere ser tu amigo

Así que la próxima vez que te acuerdes de lo mucho que detestas al odiado cono naranja piensa que si no es tu amigo del alma al menos lo es de los organizadores que han hecho la carrera para ti, que es un mal menor y que es una solución práctica para un problema más habitual de lo que nos creemos. Merece un respeto, salúdalo sin tocarlo que no le gusta la próxima vez que rodees uno y seguro que le sacas una sonrisa.

Y de paso, ya que lo sabes, úsalo en tu beneficio: saber la diferencia que llevas o te lleva tu vecino del quinto, chocar manos con alguien (sin cruces de la muerte por hacerlo), distraerte mirando caras (generalmente más agradable que espaldas) o lo que buenamente se te ocurra en el momento. Pero, por favor, no odiemos al cono naranja, hace su abnegado trabajo lo mejor que sabe y él no discute su cambio de posición.

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