Perseverar, no rendirse, seguir adelante, la constancia. Llámalo como quieras. Lo difícil de correr una maratón, sacarse una oposición o aprender un idioma es la perseverancia. Y no venimos de serie con ella. La perseverancia lo es todo en los entrenamientos. Vamos a darle un breve repaso a ver si podemos ayudarte a trabajarla.
El lugar
Entrenar suele hacerse en casi el mismo sitio todo el año. A veces puede cansar y puede ser motivo de decaimiento de nuestra perseverancia. Hartarse es perfectamente legítimo. Explora otros caminos, otros parques, entrena en ese lugar que ves cuando vuelves del trabajo, cambia el sentido de tus recorridos. Pero varía, cambia, oxigénate, para que la perseverancia no sea sólo picar y picar, ayúdate.
El tiempo
Estar en casa calentito en invierno o agradablemente repanchingado en verano no ayudan a salir a entrenar, por eso ponte una hora. Salgo a las 12:00, a las 18:00, a la que sea tu hora, es tu hora y debes cumplirla. Que nada irrelevante trastoque tus planes, como una conversación en un animado grupo de WhatsApp, un recado que puedes hacer en otro momento o ese papeleo que llevas sin gestionar tres meses, es la hora de entrenar, se entrena. Automatizar ciertos hábitos ayuda a comprometerte y trabajar la perseverancia en los entrenamientos.
El cómo
Vístete antes de nada. Es difícil desvestirse cuando ya lo has hecho así que una forma de vencer la pereza es vestirte para salir a correr, excepto las zapatillas ¡que lo pones todo perdido! Lo que hagas justo a continuación, una merendola rápida, una llamada, estirar, lo que sea que tengas que hacer hasta la efectiva salida de casa no es más que un minúsculo obstáculo porque salir vas a salir porque ya estás vestido.
El después
Siempre siempre siempre vuelves mejor que empiezas. (¿No?) Despejado mentalmente, en un punto razonable de cansancio, con más energía, con ganas de volver a hacer otras cosas, con la ducha justificada. Con el deber hecho. Porque entrenar es un deber cuando en ocasiones impuesto, sin ser profesional a veces hay que imponerse cosas que no siempre son del agrado, pero excepto cataclismo, siempre vuelves mejor. Recuerda y prevé ese futuro.
El priorizar
Nos surgen cosas, nos han entretenido más de la cuenta, vamos pillados para recoger al niño a la salida del cole. Ya no vas a hacer lo que pensabas, pero sal igual, recorta pero sal. Esos días de ir con el tiempo en el culo valen doble por la perseverancia que has necesitado para cumplir esos entrenamientos.
La indulgencia
Ponte un límite, por ejemplo, un día cada dos semanas, en el que puedes ser indulgente contigo mismo. Tener ese margen de actuación, ese día de vaguería extrema, ese ver llover por la ventana y revolvérsete las tripas, justo ese día puedes ser indulgente contigo. Pero sólo ese día en ese espacio de tiempo que tú te has impuesto. Es decir, si lo usas, elige muy bien cuándo. Tienes que ser consciente de que cuando lo usas no hay más comodines y que quizá mañana puede ser peor que hoy. Pero ese margen hará que te sientas que la perseverancia tiene cierta flexibilidad.
Porque la perseverancia en los entrenamientos lo es casi todo
Al final se trata de tener un objetivo, convertirlo en un plan y ejecutarlo. Más fácil decirlo que hacerlo pero la perseverancia se trabaja a diario, contigo mismo y dando pasos en la dirección correcta. Sin hacerlo asfixiante, con el punto correcto de tensión, obligándote un poco en ciertas ocasiones, alegrándote cuando superas zancadillas. La perseverancia no es una marca o un ritmo, es llegar al objetivo que te hayas propuesto sabiendo que has hecho lo que tenías que hacer. La perseverancia es el camino recorrido y ese poso que te queda. La perseverancia es saber que puedes.