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¿Por qué corremos más rápido con las zapatillas con placa de carbono?

No hay debate: las placas de carbono han revolucionado el mundo de las zapatillas de running en los últimos años. Pocos fabricantes quedan a día de hoy sin su modelo (o modelos) con placa de fibra de carbono en su colección de calzado para correr. La realidad es que gracias a este nuevo compuesto utilizado en las zapatillas, corredores de todos los niveles y perfiles han mejorado sus marcas. Sobre todo los que corren en ruta (carretera), como nosotros.

Pero, ¿por qué corremos más rápido con unas zapatillas que integran placa de carbono que con unas zapatillas convencionales con otro material en la mediasuela? ¿Qué es lo que ocurre ahí dentro para que las zapatillas sean “más rápidas” si el atleta es el mismo? Vamos a ver la explicación.

Cómo actúa la placa de carbono en la mediasuela

En primer lugar, debemos saber que la placa de carbono es una pieza lineal, con una morfología similar a la de una plantilla, que se inserta en la mediasuela de la zapatilla. Concretamente, se intercala entre dos capas de espuma, a modo de sándwich. Es ahí desde donde trabaja.

La fibra de carbono es un material que aporta numerosas ventajas frente a otros. Entre esas cualidades está la de ser muy liviana, soportar cargas pesadas (el cuerpo humano) y por su densidad, producir un gran “rebote”. Es decir, gracias a la rigidez de su cuerpo, el carbono actúa como una palanca durante la zancada del corredor provocando un “efecto trampolín” que le facilita el siguiente paso.

Estamos hablando, en términos de física, de energía cinética. Por eso las marcas deportivas y los probadores de zapatillas hablan en sus análisis de un “mayor retorno de energía”. Con esa expresión se están refiriendo a que, el propio carbono, por sus propiedades como elemento, consigue comprimir y expandir a mayor velocidad la espuma en la que va insertado y, por tanto, el pie “sale disparado/propulsado” más rápidamente para dar la siguiente zancada. Algo así como un resorte.

Ahorro de energía muscular y reducción de la fatiga

El carbono es un material cinco veces más duro que el acero y con el doble de rigidez, pero además tiene la bondad de ser menos pesado. Por eso es perfecto.  Amortiguado entre dos capas de espuma de la misma densidad, se comporta como un balancín haciendo rodar el pie hacia adelante durante la fase de aterrizaje de la zancada aprovechando la propia inercia de la carrera. Por tanto, la placa de carbono no es “mágica” por sí misma, sino que aprovecha el propio ciclo de la zancada para activarse y facilitarnos la marcha.

Algunas marcas, como adidas, han avanzado más allá en este terreno y en lugar de utilizar una placa lineal completa, han apostado por otras morfologías. Así, la Adizero Adios Pro 3.0, por ejemplo, ofrece unas “varillas de carbono” a las que la propia marca germana ha bautizado como Energy Rods.

Paralelamente, el corredor consigue un mayor ahorro de energía en su zancada. Al estar ayudado por ese efecto balancín, la fuerza ejercida por los músculos de las piernas es ligeramente menor y, por tanto, la fatiga se retrasa. En otras palabras, se requiere de menos esfuerzo para impulsarse hacia adelante.

Por último, los expertos en biomecánica de la pisada han comprobado que, en este tipo de zapatillas, la articulación del dedo gordo del pie se queda más alineada en el instante que los dedos se levantan del suelo. Y aunque este detalle pueda parecer insignificante, en realidad estamos logrando una mayor eficiencia en la pisada (otro extra de ahorro de energía).

Estos son los motivos del éxito de la fibra de carbono en las zapatillas de running. Si bien el carbono no va a conseguir milagros en ningún corredor, es indudable la mejora sustancial de muchas marcas en el atletismo durante los últimos años. Y en buena parte estos registros se deben al uso de zapatillas con esta nueva tecnología. Tirando de datos en maratonianos de elite, podemos asegurar que el ahorro de tiempo por kilómetro gracias a la fibra de carbono puede ser de hasta dos y tres segundos. Es decir, un atleta que corra eficientemente con unas zapatillas con placa de carbono podría bajar su marca en maratón entre dos y tres minutos.

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