Ayer noche parecía que las energías se habían vuelto a recargar en el seno de la expedición. Era tarde y nadie tenía sueño. Estuvimos de cháchara hasta casi la una de la mañana. Sabíamos que estábamos a punto de conseguir completar la vuelta a la isla y parecía que queríamos saborearlo bien.
Por fin, cuando el cansancio nos venció, dormimos a pierna suelta. Esta noche de nuevo Jesús nos despertó a todos con su sonambulismo. De repente, el silencio se rompió : "¡cierra la puerta! ¡cierra la puerta!…" vociferó sin venir a cuento. Como ya sabíamos de qué iba la cosa no le hicimos ya demasiado caso y seguimos durmiendo, aunque con las pulsaciones un poco aceleradas del susto. Probablemente estaba soñando con el Camí de Cavalls donde las puertas de madera son una constante.
Para variar un poco, el día amaneció nublado. No llevábamos ni 7 km que ya empezó a chispear. Antes de darnos cuenta estábamos empapados por la intensa lluvia. Atravesamos las playas más fotogénicas de la isla, Cala Mitjana, Calda Galdana, Macarella, Cala en Turqueta y Son Saura. Sin embargo, y ya pasado el km 30, nos esperaba lo peor del recorrido. Al llegar a Cap d'Artruxt, paramos a avituallarnos y cambiarnos las camisetas e iniciamos un tortuoso camino de piedras que, con la lluvia, estaba completamente embarrado. Resultaba hasta difícil mantener el equilibrio sin resbalar y partirnos el espinazo.
Sufrimos un montón y empezamos a notarnos muy fatigados y calados hasta los huesos. Los últimos kilómetros fueron una odisea. El cansancio era cada vez más evidente y los dolores en las articulaciones y las plantas de los pies nos embargaban por completo. Luchar contra los elementos nos hizo darle más valor a lo que estábamos haciendo y darle un plus de épica al tramo final. Por fin llegamos a la misma puerta donde 4 días antes habíamos iniciado la aventura. Allí estaba Arturo esperándonos. Nunca nos habíamos alegrado tanto de verlo. Nos fundimos en un abrazo y temblando de frío nos metimos en el coche para volver al apartamento para celebrarlo con una reconfortante ducha caliente y una buena cena.
Tras 4 etapas de 53, 42, 48 y 42 kilómetros, quedarán en nuestra memoria un montón de recuerdos y experiencias que, además de habernos llenado como personas, ha servido para poner nuestro granito de arena para luchar contra una enfermedad tan terrible como la de Sanfilippo. A nivel personal y en representación de running.es, ha sido un placer poder vivir de cerca esta gran experiencia junto a estos cracks, que además de haber demostrado que son unos excelentes deportistas tienen también un enorme corazón.
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