Esta mañana he leído un titular de prensa aparecido en Facebook que realmente me ha llamado la atención por lo alarmista y fuera de contexto que me ha parecido. Decía un médico, el Dr. Brugada, “cada fin de semana enterramos a un runner, hay que parar esto”.
Por lo menos, es lo que dice el titular del diario La Nueva España, de Asturias, en su edición del 30 de marzo de 2017. AQUÍ el enlace a la notícia
La primera reacción de mi entorno, todos corredores amateurs, ha sido la misma: ¿y cuántos “no runners” enterramos semanalmente? ¿A cuántas personas mata el sedentarismo, la obesidad, el tabaco…. diariamente?
El cardiólogo deportivo lo decía en el III Congreso de estudiantes de Medicina de la Universidad de Oviedo. Y espero que el titular sea algo que el periodista ha sacado de contexto, pues me parece inaudito que un médico deportivo no fomente la práctica del deporte y lo promueva, divulgando sus grandes beneficios a los cuatro vientos. Ya que, si no hay contraindicaciones puntuales, la actividad física sería recomendable para toda la población, independientemente de la edad, siempre adaptada a las características y capacidades del individuo, eso sí.
Y sí, leyendo el artículo, realmente el doctor no dice en ningún momento que correr, mata. (equiparamos el correr al fumar, ¿llegados a este punto?). Critica la exageración de algunos corredores, que quizás no respetan los descansos necesarios y abusan al participar en demasiadas pruebas muy exigentes en poco tiempo.
Lo que sí recomienda el médico en sus declaraciones, y en eso estoy totalmente de acuerdo, es que nos sometamos a controles médicos como pruebas de esfuerzo, especialmente si vamos a realizar un esfuerzo exigente, como una maratón. De hecho, en muchos países para poder participar en este tipo de carreras es obligatorio presentar un certificado médico o estar federado, ya que el estar federado implica haber pasado antes por el cardiólogo.
El sensacionalismo ha conseguido, con este titular, que más de uno hayamos leído un artículo, que de otra manera, probablemente, habría pasado desapercibido.