Simone Biles, gimnasta. Después del ascenso en los últimos años de carrera de la joven deportista, su madre Nellie Biles, reflexiona sobre el pasado que ha hecho estar a su hija en el lugar en el que se encuentra.
En 2013, llevaron por primera vez a Simone a un psicólogo deportivo por culpa de un mal resultado. En tres de los aparatos en los que competía, se cayó. Y en las caídas casi se deja la vida… pero aquí no se acaba todo… Su entrenador dijo: «Ya vale. Sacadla».
En la siguiente competición, después de todo lo sucedido, estalló. Dejó de creerse lo buena que era, lloraba por la desesperación y por sentirse impotente, lamentando sus malos resultados mientras entrenaba en el gimnasio. En aquel momento, sus padres supieron que necesitaba ayuda para enfrentarse a la nueva realidad que la bloqueaba.
Más tarde compitió en las nacionales y los resultados fueron totalmente contrarios. Ganó el concurso completo. Con esto se sintió aliviada y se animó. Durante el Campeonato del Mundo, le dijeron: «No olvides de que has entrenado para esto. Sal ahí afuera y haz tu mejor entrenamiento». Su madre siempre habla con ella antes de las competiciones para animarla: «Necesitas mantenerte segura y concentrada, y no te olvides de sacar a la mejor Simone».
“La mejor” es algo que no le importa a su madre. Si esto significa quedar primera, perfecto. Si la mejor significa quedar cuarta, también perfecto. Cuando su madre vio el Mundial, solo se acordaba de la magnífica competición, hasta que el padre de Simone dijo, «He oído que hay muchas posibilidades de que Simone gane». Pero todavía era pronto para decirlo.
Y fue en la última prueba, cuando le tocaba suelo, que su padre dijo: «Simone necesita catorce puntos y no sé cuánto para ganar». Yo –su madre- sabía que ella era capaz de lograrlo, pero tenía sus dudas sobre cómo reaccionaría frente a los nervios. El resultado: lo clavó. Tanto Simone como Nellie estallaron en un mar de lágrimas por la emoción de haberlo conseguido.
Cuando su madre le pregunta cómo va su preparación para los Juegos, Simone le contesta: Mamá, me estoy preparando igual que lo hice para mi primer Mundial. Con esas palabras ya queda todo claro. Se prepara para ganar cada día de cada año.
Simone es una persona muy competitiva y cabezota. Nadie puede entenderlo igual que su madre. La ha visto enumerar en un papel sus objetivos año tras año; y hace todo lo posible para cumplirlos. La pasión por este deporte es una lección de humildad, pero sigue siendo la misma niña risueña que hacía acrobacias por casa. Si sale a competición sonriendo y hace tonterías, hará una buena competición.