Tras su ascensión por partida doble al Everest hace ahora cerca de un mes, diferentes medios han entrevistado a Kilian Jornet. Uno de ellos ha sido el diari Ara.cat que ha ido más allá de delimitarse a preguntarle por su última proeza y último capítulo de su reto “Summits of my life” para escavar más a fondo en su personalidad.
Ya lo ha dicho en numerosas ocasiones que es una persona un poco asocial: “Soy una persona poco social y no echo de menos a la gente. Soy una persona a la que no invitarías a cenar… [Ríe]. A parte que en casa sólo debo estar unos tres meses durante el año. El resto lo paso entre viajes, expediciones, competición…”
Frente a la pregunta de que si una persona, como él, está enamorada de la montaña, no debería ir más poco a poco y contemplarla. Él mismo habla sobre el tema: “No, lo contrario. Si estás fuerte puedes ir silbando, corriendo, admirando el paisaje, y con una hora has visto mucho más que si vas solamente mirando el suelo con la lengua fuera.”
Preguntando acerca de las condiciones de subir al Everest, tiene muy claro que se pone al límite del riesgo si las condiciones no son favorables: “¿Qué demonios hago aquí?” Pero estás subiendo y te dices: “Sé que estoy cerca de mi límite de riesgo”. Pero vas haciendo y te dices: “Todavía estoy dentro del límite”. Y vas adelgazando el cojín de tu zona de confort. A veces pienso “Soy imbécil, ¿por que me he metido en esto? Yo soy un cagado y eso es muy importante. Soy optimista y pragmático, pero también intento tener miedo a las cosas que me pueden hacer daño. En la montaña tienes miedo de que una cornisa se rompa, de tener congelaciones, de morir.. El miedo nos mantiene vivos"
También no cuenta que los sherpas alucinan mucho con él:
“Sí, en el Himalaia, y sobretodo en el Everest, choca un poco ver alguien que te pase por el lado, asó, tranquilamente. Y te dicen: ¿Por qué no cojes las cuerdas fijas? O: Es muy peligroso subir sin oxígeno. Y cuesta hacer entender por qué. Que al final subir a la cima es lo menos importante de la expedición...”
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