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Turismo runner: Cerdeña

Durante dos semanas hemos ido recorriendo la isla a lo largo y a lo ancho, alojándonos en algunas zonas más turísticas que otras pero básicamente en zonas urbanas habitadas durante todo el año, con infraestructuras para, podríamos decir, ciudadanía local de planta estable y no exclusivamente turismo estacional.

Me ha sorprendido el distinto enfoque y relevancia que se le puede llegar a dar a esto del running dependiendo de cada municipio; hemos estado en lugares bastante pequeños pero dotados de pista de atletismo, como puede ser el pueblo de Orani, de carácter rural, ubicado en el interior de la isla y con 3.061 habitantes, en su mayoría de avanzada edad y donde todavía es posible encontrar buena parte de la población activa dedicada al pastoreo. Es una localidad de media montaña, con calles muy pequeñas, mal asfaltadas y muy tortuosas. Para poder correr bien hay que decantarse por la pista de atletismo antes mencionada u optar por las carreteras que salen del pueblo. Y como me gusta mucho esto del asfalto y de ver mundo, fui recorriendo estas carreteras y caminos vecinales uno a uno.

Tengo que decir que para evitar el calor sofocante salía a correr bastante pronto por la mañana y por suerte no encontraba un tráfico muy denso, pero me sorprendió gratamente que con lo mal que conducen por ahí y sin estar acostumbrados a los “corredores asfalteros” los conductores respetaron siempre mi presencia en la carretera y nunca me sentí en peligro.

En otras ocasiones, incluso en zonas de más renombre, me decepcionó no encontrar grandes facilidades para correr, mayormente debido a la orografía del pueblo o por el tipo de urbanización de las calles, enfocada básicamente al tráfico rodado y no al peatón.

Acostumbrada como estoy a que en mi ciudad puedes salir a correr desde cualquier portal, que siempre cuentas con algún parque o avenida que te lleva a zonas propiamente “runneras”, eché de menos esta facilidad para encontrar algún sitio dónde poder correr cómodamente 10 km, sin tener que estar dando vueltas como un hámster en un circuito muy escueto.

En una ocasión incluso opté por no salir a rodar. Fue un sábado por la mañana, durante las fiestas del pueblo, pues la única alternativa válida era una carretera muy larga, totalmente recta, donde los coches excedían ampliamente los límites de velocidad y no lo vi nada seguro, pero por suerte no tuve que renunciar a ningún otro entreno.

Como contrapartida, comentaros una grata sorpresa en la ciudad de Cagliari, capital de Cerdeña y situada al sur, en el mar. Esta localidad, con aproximadamente 155.000 habitantes, sí mima a los corredores y es que la ciudad no tiene avenidas como las nuestras, donde poder correr por la ciudad, independientemente del barrio, pero sí tiene un paseo marítimo maravilloso de unos 7 km de largo, dotado de carril bici y ¡carril runner! Toda la vida deportiva de la ciudad se concentra allí, en la playa.

Este carril, con un trayecto muy ameno a la vista y siempre lleno de corredores, cuenta con marcas pintadas en el suelo cada 100 metros y cada kilómetro, siendo por tanto un recorrido ideal para hacer series. Además, a todo lo largo de dicho carril hay fuentes públicas donde poder refrescarse.

Allí mismo entablé conversación con un grupo que terminaba su entreno. Me confirmaron que todos los que quieren correr se dan cita allí.

Correr durante las vacaciones, a mi entender, es una manera muy enriquecedora de ver mundo y descubrir pequeños detalles que como simple turista a menudo pasan desapercibidos. Y esto lo aplico también al correr en casa.

 

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